Nepal

Miles de animales machos y a poder ser fértiles para la diosa Parvati

Los nepalíes han comenzado esta semana a inmolar a miles de animales de sexo masculino, y a poder ser fértiles, en señal de devoción a la diosa Parvati, que como ofrenda exige ejemplares machos y con capacidad de procrear.

Los sacrificios forman parte del festival de Dashain, que dura quince días y en el que los peregrinos llenan los templos en honor de Kali y Durga, avatares o encarnaciones de esa deidad, consorte de uno de los dioses más poderosos del panteón hindú, Shiva.


Las inmolaciones más comunes son de machos cabríos y gallos, pero también las hay de patos o, para aquellos devotos habituados a comer carne, de búfalo; la particularidad es que en todos los casos tienen que ser animales de sexo masculino y, preferiblemente, fértiles.
"Las escrituras describen muy claramente qué animales deben ser inmolados", explicó a Efe el especialista en religión hindú Bidyanath Sharma, en alusión a la creencia popular de que Parvati solo acepta los sacrificios de ejemplares machos.


El experto acotó que la ortodoxia asimismo establece que los animales sacrificados deben tener capacidad de procrear aunque esa norma se ha venido relajando con el paso del tiempo y en la actualidad también se inmolan algunos ejemplares castrados. "Se cree que los sacrificios proporcionan la energía que necesitamos para cualquier actividad", precisó el especialista.


El rito está muy arraigado en Nepal, cuyo antiguo palacio real ha sido ya escenario esta semana de tres ofrendas masivas, con el sacrificio, en igual número de tandas, de 54 cabras y 54 búfalos. El número 54 se basa en una constante numérica: los dígitos cinco y cuatro suman nueve, la cifra más alta, y del mismo modo son los dígitos que componen la suma 108 (54+54), que es un número de también resulta nueve, sumadas sus cifras entre sí (1+0+8).
Nadie que no sea sacerdote está autorizado a presenciar esta ofrenda, fruto de una tradición iniciada por la dinastía Malla -que gobernó entre los siglos XIV y XVIII en el país del Himalaya-, y que ha continuado después de la proclamación de la república, en 2008.


Las inmolaciones contrastan con la tradición vegetariana del hinduismo, la religión mayoritaria en el subcontinente indio y en la que esta bien anclada la idea de la reencarnación, que implica que el alma de una persona puede volver a nacer como un animal. Pero en estas fechas Nepal se convierte en la excepción a la regla general, y durante la festividad los devotos de este país suelen llevarse a casa al animal sacrificado para comer su carne, una vez, eso si, que han rociado con su sangre el ídolo de la diosa.


Los brahmanes, la casta sacerdotal, tampoco renuncian al manjar; según las escrituras hindúes, los brahmanes pueden llegar a perder su estatus privilegiado si comen carne pero se les permite en caso de que haya sido presentada previamente a la diosa como ofrenda.
Más allá de las creencias religiosas, la práctica ha despertado en los últimos años protestas de grupos ecologistas.


La semana pasada, por ejemplo, un activista recurrió a disfrazarse de Kali y recibir en ofrenda calabazas y frutas, aunque los partidarios de los sacrificios no se dan por aludidos.
"La gente que critica los sacrificios luego no duda en comer carne", criticó el experto Sharma.