Blanqueo de capitales

Indicios sin piedad

La Razón
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Marta insiste en que no es una «camella» y que después de parir volverá a competir. La jueza la ha dejado en libertad con cargos. Puede que tenga un par de cuentas bancarias, sin movimientos llamativos ni cantidades escandalosas, en sendos paraísos fiscales. De ahí la acusación de blanqueo de dinero... Tampoco es concluyente el informe de un seguimiento del que fue objeto, según el cual en un sobre había pasado a fulanito sustancias prohibidas (?) que éste, a su vez, entregó a menganito... O que se clasificó segunda en una prueba para evitar el control... No la acusan de dopaje. Una prueba más sólida sería aquella bolsa de sangre requisada en la «operación Puerto» que, supuestamente, llevaba escrito un número de teléfono móvil. ¿El de Marta? Habría bastado una simple llamada en mayo de 2006 para comprobarlo. No se hizo. Y mientras nos informan de si estamos ante el descubrimiento del siglo o frente a otra operación chapuza, sería conveniente recordar, a la vista de unas pruebas que algunos expertos consideran más insustanciales que el clembuterol de Contador, la película «Doce hombres sin piedad», de Sidney Lumet. El jurado popular tenía fácil el veredicto; todos los indicios probaban (?) que el muchacho había matado a su padre. El jurado «número 8» (Henry Fonda) no lo creyó, se enfrentó a todos, sembró el proceso de dudas, desmontó la trama y poco a poco fue ganando apoyos hasta declarar inocente al culpable. Pues eso.