El pontificado de Francisco
Golpe del Gobierno chino contra la unidad de los católicos clandestinos
MADRID- El «divide y vencerás» es un clásico que los gobiernos comunistas del mundo entero han usado contra la Iglesia católica durante décadas, pero el caso de la diócesis china de Baoding está especialmente envenenado. El domingo tomó posesión como obispo titular Francis An Shuxin, que después de haber sido obispo coadjutor clandestino y haber pasado 10 años en prisión, decidió en 2009 incorporarse a la Iglesia católica «patriótica», controlada por el Gobierno.
El obispo legítimo, en prisión
Al tomar posesión como obispo titular –contra su voluntad y presionado por las autoridades comunistas, según la agencia AsiaNews– An Shuxin ocupa el lugar que a ojos de Roma y de los fieles clandestinos corresponde al verdadero obispo de Baoding, Jaime Su Zhimin, que lleva 13 años encarcelado en paradero desconocido. Quince sacerdotes han salido de la clandestinidad para unirse a An Shuxin, pero quedan un centenar de curas en la Iglesia «subterránea», fiel a Roma, a la que pertenece la inmensa mayoría de católicos de Baoding. De hecho, a la ceremonia, auspiciada por el Gobierno, acudieron sólo 24 sacerdotes y tres obispos.
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