Pekín
Esto es para listos
Vinokourov, kazajo, 38 años, perro viejo, se lleva el oro de Cavendish. Valverde y «Luisle», sin fuerzas
Esperaba en el último kilómetro, el de la verdad,el despiste de Urán, el colombiano que le dio la pauta para acercarse al Olimpo, y Urán, efectivamente, se despistó. Buscaba este «escarabajo» de otros tiempos a Vinokourov, 38 años, perro viejo, por su izquierda y el kazajo le adelantó por la derecha. Normal, estamos en Inglaterra. Cuando quiso reaccionar le había levantado la medalla de oro que, en el reverso, llevaba grabado el nombre de Cavendish, qué decepción. «Cav» fue vigesimoctavo, y cruzó la meta, junto al marco inigualable de Buckinham Palace, a 32 segundos del grupo que reventó a sus hombres y enterró sus ilusiones. En él iban Luis León (13º) y Valverde (17º), tan fundidos o más que él.
La gloria a los 38 y de chiripa. No es que Alexander Vinokourov tenga el palmarés sin estrenar, que no es así porque ha ganado cuatro etapas en el Tour, una Vuelta, dos París-Niza y, entre otras, una Lieja-Bastoña-Lieja cargada de leyendas (negras) al final de la escapada; pero ocurre que al terminar la temporada anterior, y después de haberse perdido dos años por una sanción de dopaje (Tour de 2007, autotransfusión) y de haberse roto el fémur en la que pretendía que fuera su gloriosa reaparición (Tour de 2011) decidió que se retiraba. Su jubilación suponía la pérdida de categoría del Astana porque se quedaba sin sus puntos. Siguió. Nunca se alegrará lo suficiente tras lo sucedido ayer: ¡campeón olímpico!
En los Juegos hay equipos de 5 ciclistas, a los que avalan los resultados, de cuatro, de tres, como el del colombiano Rigoberto Urán, y de dos, como el de Vinokourov. Su estrategia es la resistencia y su virtud, la astucia. Consciente el pelotón entero -144 participantes- del potencial británico, lo que demandaba la prueba para no terminar con un sprint adjudicado era una guerra sin cuartel. Leña desde el principio. Atacó hasta el de la trompeta. En la primera refriega entró Castroviejo, joven contrarrelojista del Movistar a quien no perdonan en el Euskaltel que quisiera mejorar. Se formaron varios grupos, los italianos entraban en todos, también los belgas y los australianos, como si estos supieran que Goss no iba a tener su oportunidad.
Los 250 kilómetros y la repetida cuesta de Box Hill no eran impedimento para que tipos de la calidad de Gilbert o Rogers lo intentaran. A 40 kilómetros del final se formó un grupo en el que iban Valverde, Luis León y el incansable Castroviejo. Tomaron la iniciativa. Por detrás, ingleses y británicos se desesperaban. Froome se agotó, también Wiggins; también los españoles.
«Valverde me dijo que iba muy justo, como yo. No nos sentíamos seguros y no somos motos», confesaba «Luisle». Total, que cuando Urán atacó a 7 kilómetros sólo le siguió Vinokourov. Se relevaron, cogieron distancia y ganó el kazajo, porque esto es de listos. El colombiano celebró la plata y el noruego Kristoff, el bronce. Cancellara entró llorando. Se cayó y pensó que se había roto la clavícula. No hay fractura y podrá defender el miércoles en la contrarreloj el oro de Pekín.
La leyenda negra de "Vino"
Ocurrió en la Lieja-Bastoña-Lieja de 2010. Ya la había ganado cinco años antes; pero ésta le hacía especial ilusión. Superó el trauma del positivo y la consiguiente sanción, ganó a la UCI el pleito del sueldo, que le quería embargar el 70%, y tenía ansias de venganza. Iba aescapado con el ruso Kolobnev y al llegar a la cuesta de Saint Nicolas, cerca de la meta, atacó, cogió metros con facilidad y ganó. La revista suiza "L'Illustre"publicó que había sobornado a Kolobnev, que le compró la victoria por 100.000 euros y que tenía sms cruzados entre ambos que así lo corroboraban. El ruso dijo al terminar la clásica que no pudo seguir a Vinokourov, éste celebró la victoria y al enterarse de las noticias denunció a la revista. La polémica no se aparta de este "anciano"campeón olímpico, al borde de la retirada.
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