Literatura

Barajas

Y ya no puedo más

La Razón
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Esta letrilla de Camilo Sesto tenía que ser el himno de los indignados hijos de Dios que tienen que pasar los controles de Barajas. Se ha ganado con todo merecimiento el del lugar más antipático de Oriente y Occidente cristiano. Ni en las terminales de EE UU se encuentra uno tan desamparado. Ayer no cogía un vuelo para Melbourne, Shangai o Tahití. Quedará en cuenta que, como el emperador Obama, dedico mis preferencias al Asia Pacífico, que es donde está el futuro. Pero, de pronto, me sale la vena sevillana. Que usted no conoce el parque de María Luisa, pues usted no sabe lo que es un jardín. En la lista del almacén del lugar que nombrábamos, recuerden Asia Pacífico, donde están las giraldas, las mezquitas, los museos del Prado, los canales de Venecia, los louvres, los hermitages, los Beethoven, los Verdi, los Mozart, los Falla, los Velázquez, los Miguel Ángel, los Greco, los Tiziano, los Zurbarán, los Shakespeare, los Lope de Vega, los Lorca, los Goya, los Picasso, y no quiero extenderme, que hay para llenar miles y miles de páginas de las excelencias de Occidente y, sobre todo, de Europa. Pero como se me nota muchísimo, estoy después de una sofoquina que podemos llamar «postpaso del control de Barajas», en la que he abierto mi neceser y he arrojado sobre la bandeja del segurata las tijeritas, las limas de uñas, el pack de costura, la pasta de dientes, el cepillo, la afeitadora, la crema de después del afeitado, la crema de manos, la caja de ibuprofeno, colonias, fijador, vaselina para los labios e, incluso, unos preservativos que no tienen más misión que recordar que en tiempos no tan lejanos tenían su uso. Después de este momentazo, sufrí la incautación del perfume, gomina y una botellla de whisky comprada en otro aeropuerto. Como si la Guardia Civil que está en los controles se pareciera a la seguridad privada que está en el paso de la puerta de una discoteca: cuanto más enfadados te ven, más disfrutan. Recordé a mi amigo Josemi y les dije: a pesar de todo, puedo comprar varias botellas de whisky y perfume y usted seguirá aquí jodido.