JMJ de Río
Entre turcos laicistas y griegos ultraortodoxos
Benedicto XVI en Chipre quiere dar palabras de aliento a la diminuta minoría católica del país, mejorar las relaciones con los ortodoxos griegos (los más hostiles al catolicismo de todos los grupos ortodoxos) y presentar el documento de trabajo que guiará a los obispos que participarán en octubre en el sínodo de Oriente Medio, en Roma. Turquía, uno de los pocos países del mundo que se declara oficialmente laicista, ha pedido al Pontífice que visite la zona norte del país, ocupada por sus fuerzas militares, para dar sensación de normalidad. El Vaticano ya ha dejado claro que no lo hará, pero puede que el Papa dedique unas palabras a la comunidad turca, algo que Estambul agradecería. Para Benedicto XVI, Turquía es un aliado, un puente con el mundo islámico. Sus autoridades le dieron un balón de oxígeno durante su visita a finales de 2006, cuando la opinión pública musulmana lo criticaba por su cita sobre Mahoma como conquistador violento, durante la conferencia que impartió en Ratisbona. Por su parte, el arzobispo ortodoxo de Chipre, Crisóstomo II, cercano a la línea dialogante del Patriarca Ecuménico Bartolomé I, de Constantinopla, ha pedido a sus fieles acoger bien al Papa. Se le opone su rival local, el metropolita Atanasio, de Limassol, que con dureza califica al Papa de «hereje» y lidera a los ortodoxos más anticatólicos. Por su parte, el presidente de Chipre, el comunista Dimitris Christofias, espera que la visita papal sirva para recordar la ocupación turca del norte de la isla y sus abusos contra la población griega.
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