Cataluña
Las cremas
El sol es malo y nocivo para la piel. Está demostrado. De ahí la infinita gama de cremas con diferentes grados de protección que se ofrecen en el mercado. Así que llega la señora Ferrusola Cucurull- Sardá al establecimiento y propone su adquisición: «Me gustaría una crema bronceadora que imposibilite el bronceo». La dependienta de la tienda le hace ver a la señora Ferrusola Cucurull-Sardá que una crema que imposibilita completamente la entrada de los rayos de sol en la piel es una crema protectora, pero no bronceadora. «Usted ha de servirme lo que deseo y dejarse de comentarios». Y la compra.
Algunos días más tarde, la señora Ferrusola de Cucurull-Sardá acompañada de su joven sobrina Marta Ferrusola de Pamiés-Olot irrumpe en el establecimiento acusando a la vendedora de estafadora. «Mire –le enseña el escote–; blanco como la leche. Su crema no es bronceadora».
«Me pidió una crema bronceadora que no bronceara, y la mejor es la usted se llevó». «Protestaré y a usted se le caerá el pelo. No sabe con quien está hablando». En vista de ello, la vendedora, algo asustada, le acepta el cambio y la señora de Ferrusola Cucurull-Sardá, que se hace acompañar de su bella sobrinita Martita Ferrusola de Pamies-Olot, se lleva una crema bronceadora que broncea un poquito pero sin pasarse.
Una semana más tarde, la vendedora observa la entrada en su establecimiento de una inmigrante de indudable origen zulú. Negra como un teléfono de los años cincuenta del pasado siglo. Todo en ella es zulú excepto su acento, de marcado acento barcelonés. Se fija algo más y advierte que se trata de la señora Ferrusola Cucurull-Sardá que le está enseñando el escote.
«Ha de ver que está negro. Y eso es inaceptable. Por mi salud en la piel y mis principios. Los Ferrusola-Cucurull-Sardá no somos partidarios en Cataluña de este tipo de razas. Usted no sabe con quien está hablando». Y la vendedora le ofrece, asustadísima, una crema que blanquea la piel.
Antaño era más fácil. Existía la Nivea, gran llamadora de los rayos de sol, y una cosa conocida como "After Sun"que aliviaba los excesos acumuladores de la Nivea. Para mí, que la señora Ferrusola Cucurull-Sardá es una lista que se pasa el verano amenazando para probar toda la gama de nuevas cremas. Que son efectivamente y en su mayoría, una tontería de cremas que no tuestan nada. Tomar el sol es aburridísimo, un suplicio. El premio no es otro que el atractivo bronceado que los rayos regalan. En la vida no se puede triunfar sin adoptar riesgos. Existe el riesgo de la enfermedad en la piel. Pero como dijo el conde de Beaumont-Rocher, mucho más elegante que los Ferrusola Cucurull-Sardá -que son bastante paletos-, «mejor un inconveniente en la piel en los años otoñales que no comerse una rosca en los juveniles».
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