Literatura
Revolución sentimental en el mundo taurino por Jesús Mariñas
Menuda temporada; esto sí son tardes para la historia aunque no corten orejas ni rabos. Cuando Jesulín y Campanario parecían protagonizar todo tipo de desencuentros matrimoniales, surgió la inesperada –pero cantada por sus íntimos– ruptura de Espartaco y Patricia Rato. Parecía simple separación pero se ha convertido en descomposición. Huele y apesta lo que parecía modelo conyugal. La elegancia de ella y el aire patriarcal de Juan Antonio, así lo hacían pensar. Patricia parecía una actualizada Julieta sacrificando por amor relaciones sociales y familiares. Se puso el mundo por montera. Ahí anda rebajándose por unos caudales. Ya no pelean por cariño, convivencia abnegada o sacrificio íntimo: la cosa deviene cuestión monetaria en la que los hijos arrinconan sentimientos que ambos mantienen casi intactos. Las apariencias engañan.
Rafa Camino es otro que tal baila en el mentidero cuestionado. Hace años que me había contado que su relación no era regular. Ella, otra modosita que sorprende con sus acusaciones. No ahorran epítetos descalificadores, y todo envuelto en un hálito de posibles adicciones alcohólicas. Sorprendente, igual que lo que cuentan del pasado sábado, en Benidorm, como remate al casorio de José María Manzanares. Su padre fue el gran ausente, ¡ay! Parece que el maestro alicantino apenas se habla con sus hijos tras el divorcio de Yeye. Pero el plato fuerte rematador de temporada –y sólo me refiero a la taurina– lo protagonizaron la gran Estrella Morente, y Javier Conde. Parece que la armaron al volver de madrugada al Asia, lo último en lujazo de la costa alicantina. Bronca de las que hacen época y despiertan a la clientela que compartía con ellos la recién bendecida felicidad de José María. No es nuevo este choque de temperamentos acaso alimentados por el alza de ella recreando a Falla y su «Amor brujo». Repiten lo de Rocío y Ortega en planos desiguales.
Los toreros en primer plano cardíaco rememorando aquellos 60 cuando Luis Miguel doblaba a la hermosa Ava Gardner y Victoriano Valencia hacía sufrir a Titi de Saboya. Aquellas historias tenían un aire romántico de aroma decadente que para sí querrían los causantes de tanta desavenencia actual. Ni puestos de acuerdo cara al próximo día 15 en que el Real acoge un espectáculo como esos rifirrafes caseros: la Fundación Aladina de Arango Junior junta a José Mercé y José Manuel Zapata con Marta Sánchez. «Tango y lágrimas» se titula el evento que patrocina la nueva colección joyera de Suárez. Tango y lágrimas, viene al pelo.
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