Barcelona

La marcha de los indignados acaba con tensión ante el Parlament

Después del violento boicot el pasado miércoles al pleno del Parlament, los indignados intentaron frenar ayer a un millar de jóvenes antisistema que, hasta casi las diez de la noche, se concentraron a las puertas de la cámara autonómica fuertemente custodiada por los Mossos d'Esquadra.

Los manifestantes gritan «Nuestra arma son las manos»
Los manifestantes gritan «Nuestra arma son las manos»larazon

A pesar de que los organizadores de la manifestación habían comunicado su rechazo a la violencia e hicieron constantes llamamientos por megafonía para que los manifestantes no se acercaran al parque de la Ciutadella, una vez más, un grupo aprovechó la marcha del movimiento del 15-M para plantar cara. Sin embargo, tras provocar a los agentes, acabaron abandonando la zona, evitando tener que ser desalojados.Éste fue el momento más tenso de la manifestación celebrada ayer en la Ciudad Condal, donde los indignados se movilizaron de forma festiva contra los recortes sociales, el actual sistema financiero y la clase política.

Tambores y caras pintadas
En una guerra de cifras entre el Govern y el Ayuntamiento –unas 75.000 personas, según la Guardia Urbana, y 50.000 según la conselleria de Interior– los manifestantes tomaron las calles de la capital catalana desde las 17.00 horas y recorrieron plaza Catalunya hasta Pla de Palau con el lema «La calle es nuestra, no pagaremos vuestra crisis». Jubilados, niños y jóvenes con las caras pintadas, bailes a ritmo de los tambores, silbatos y caceroladas amenizaron la marcha junto a consignas contra la clase política, los bancos, la corrupción y los recortes. «Por fin la gente sale a la calle, esto demuestra que estamos todos hartos», decía Miquel bajo una pancarta con el lema «Este sistema no representa a los valores del pueblo». «Esta movilización masiva es una semilla del cambio», consideraba Jordi, de 67 años, que seguía la marcha junto a su mujer.

Al grito de «Puig dimisión», los indignados clamaron contra el consejero de Interior después del desalojo del 27 de mayo en plaza Cataluña. «Nuestras armas son las manos», gritaban los manifestantes a su paso por Via Laietana con las palmas mirando hacia el cielo y como símbolo de rechazo a la violencia. Y es que la jornada de ayer fue una prueba de fuego para los indignados despues de que el pasado miércoles un grupo violento agrediera con pintura a las puertas del Parlament a varios diputados e incluso intentara robarle el perro lazarillo a un parlamentario invidente para intentar boicotear el pleno de primer trámite de los presupuestos de 2011.

Para evitar altercados, los organizadores de la marcha habían creado unas medidas y distintos equipos llevaban un chaleco amarillo donde se podía leer «No a la violencia». Frenaron a un grupo de disidentes, que provocó momentos de tensión al descubrir a dos agentes de los Mossos d'Esquadra vestidos de paisano en la marcha. Los jóvenes increparon a los supuestos agentes, pero la violencia no llegó a más. A pocos metros, Mireia, de 30 años, sostenía una pancarta en la que se leía «No nos haréis callar». «Estamos enfadados, no hay trabajo, la situación es preocupante y peor será para nuestros hijos, pero no podemos actuar con violencia», decía la joven. De fondo, la canción «L'Estaca» de Lluís Llach daba por finalizada la marcha en Plà de Palau, donde se leyó un manifiesto.