Operación Policial
La mutilación genital
Como saben, ocurre en África, pero no sólo. En casi todos los continentes hay mujeres en riesgo de ser víctimas de este horror. Aquí en España, a través de la emigración, hay unas catorce mil niñas a las que podrían sajar el clítoris y los labios vaginales con cualquier navajita, y después coserles con cualquier hilo, atarles las piernas con cualquier cuerda y hasta dejarlas morir desangradas o por cualquier infección. Entren, por favor, en internet o busquen algún documental donde puedan ver cómo se realiza esta maldad en los pequeños cuerpos de criaturas inocentes. Es tan brutal que una se queda herida. Un hombre africano lo explica para una periodista: «Es necesario este rito para controlar los deseos sexuales de la mujer». ¿Rito? Si a ellos les cortaran el pene se había acabado con la ceremonia a la primera celebración. Además, no sabe el ignorante que a la mujer se la podrá castrar físicamente pero que nunca controlaran su imaginación. No piensa el bruto que su propio hijo podría morir asfixiado en el parto de su esposa cosida. No saben los que inventaron semejante violencia hacia las mujeres que ellos mismos se estaban condenando a una vida errónea. Porque sus compañeras vivirán siempre con un dolor abismal e irreparable. Dolor en el alma, en la menstruación, en las relaciones sexuales, dolor de ella y del hijo en el parto. «Mi cuerpo estaba pegado y no podía salir el bebé», dice una chica mutilada. Indignidad para todos. El control a través de la fuerza del hombre hacia la mujer es un crimen contra la humanidad. Muerte absurda es el resultado. No cerremos los ojos . Veamos, denunciemos. Amemos a sus niñas.
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