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Avalanchas humanas: Un programa informático detecta la mejor forma de evacuar a la gente
La Universidad Técnica de Múnich diseña un software que detecta «cuellos de botella» y obstáculos en recintos que albergan miles de personas y donde una estampida y el pánico pueden causar muchas muertes
En julio de 2010, una avalancha humana en el festival Love Parade que tenía lugar en la ciudad alemana de Duisburgo provocó 21 muertos y cerca de 500 heridos. En recintos donde se reúnen decenas de miles de personas –o centenares de miles, como en el evento musical mencionado– una emergencia, una pelea o el simple pánico puede desembocar en una huida masiva y desordenada en la que las personas acaben aplastadas. Un nuevo programa informático es capaz de simular cómo se comportarán las masas a la hora de evacuar un estadio o recinto. Ha sido diseñado en la Universidad Técnica de Múnich y su objetivo principal es el de ayudar a la Policía y a los Servicios de Emergencia a detectar, antes de la celebración del espectáculo, posibles «cuellos de botella», obstáculos en las salidas o zonas peligrosas para el paso de tanta gente.
En realidad, la conmoción de la tragedia del Love Parade no fue el punto de partida de este proyecto, «empezamos a trabajar en este programa en 2009, pero aquel suceso nos enseñó cuán importante puede ser esta investigación», declara a este semanario la responsable del proyecto, Angelika Kneidl, del Grupo de Simulación Computacional de la Universidad Técnica de Múnich.
Funcionamiento
Kneidl explica que el sistema «técnicamente está basado en un autónomo celular –un sistema matemático– en combinación con un modelo de fuerza y un navegador. Esto permite una simulación en tiempo real de miles de peatones. De cara al usuario, funciona como un programa cualquiera de su ordenador. Hay una interfaz gráfica que ayuda a crear el escenario (la geometría del recinto, el número de asistentes que habrá a tal hora...) Entonces arranca la simulación de todas esas personas, a qué velocidad se moverán, la densidad, los flujos hacia las distintas direcciones, etcétera». La prueba de concepto de este simulador se ha llevado a cabo en el estadio Fritz-Walter de la ciudad de Kaiserslautern, con capacidad para 40.000 espectadores. Con el pitido final del árbitro, todos esos hinchas –de los dos equipos de la contienda– abandonan el estadio de forma ordenada, propia de los alemanes, y se dirigen a los aparcamientos o la estación del ferrocarril. Incluso sin lamentar incidentes, la Policía y los sanitarios pueden detectar zonas de potencial peligro o cómo la gente se dirige, por inercia, a zonas que no tienen salida o han sido cortadas para garantizar la seguridad del evento. «Podemos emplear el programa para simular diversas situaciones hipotéticas del tipo "y si sucediese tal cosa o tal otra"», asegura Kneidl.
De esta forma, los investigadores han extraído distintas enseñanzas, cómo se altera la formación de la multitud ante un «embudo» dependiendo de la anchura del paso o la ruta a la que parece que lleva. Hay determinadas personas que puede conocer la vía de escape, por estar más familiarizados con el entorno, mientras que otras tardan mucho más en orientarse. La gente tiene tendencia, en cualquier caso, a seguir a otros.
Para comprender mejor cómo se comporta un individuo para ir del punto A al B en un escenario que no le resulta familiar, los investigadores enviaron a las calles a 150 estudiantes de primer año de la Universidad desde ese enclave a la Hofbräuhaus de Múnich. Los estudiantes tomaron una amplia variedad de rutas, «pero nos proporcionaron –dice Kneidl– útiles patrones para nuestro trabajo. La mayoría eligió caminos más largos y directos y usó localizaciones importantes de la ciudad como guía».
Sin embargo, el comportamiento humano es imprevisible. El programa no puede adivinar cómo se comportaría una masa descontrolada ante una explosión, «aunque, gracias a herramientas como ésta, podemos llegar a prevenir tragedias y minimizar el número de víctimas. La mejor manera de evitar que se desate el pánico es hacer primero una planificación proactiva del evento». Tampoco puede aplicarse a lugares como un parque temático, donde los visitantes deambulan sin rumbo fijo y sin ningún destino específico.
Este proyecto, al que ahora se le busca una madurez que lo rentabilice, tanto a nivel ecoómico como técnico, se bautizó como Repka. Está financiado por el Ministerio de Educación alemán y colaboran varias empresas o instituciones como Siemens, la Universidad Técnica de Kaiserslautern o el Insituto Fraunhofer de circuitos integrados, entre otros.
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