África

Francia

Yunis asesinado tras salir libre del tribunal que le juzgó

La única razón que encuentran los analistas militares occidentales para explicar el punto muerto al que ha llegado el conflicto libio, tal y como lo ha expresado descarnadamente el almirante norteamericano Mike Mullen, es la descoordinación de las milicias rebeldes.

Un miliciano rebelde, ayer, en el frente de las Montañas Orientales
Un miliciano rebelde, ayer, en el frente de las Montañas Orientaleslarazon

Pese a haber sido reforzadas con armamento moderno proporcionado por Francia y Qatar; entrenadas por asesores británicos y norteamericanos; con el apoyo aéreo táctico y estratégico de la OTAN, y con los mejores sistemas de reconocimiento nocturno que existen en el mundo, las milicias rebeldes han sido incapaces de romper las líneas de los defensores gadafistas, a los que se supone trufados de mercenarios y escasos de vehículos y munición.
Pero, como recordaba el diario francés «Le Figaro», cuando los representantes de la insurrecta ciudad de Misrata llegaron a París para una «entrevista de trabajo», lo primero que pidieron es que la ayuda militar se les entregara directamente, sin pasar por las autoridades de Bengasi, sede del Consejo Nacional de Transición. La desorganización en el campo de batalla se traduce, por supuesto, en un número elevado de bajas y en un sentimiento de frustración que busca culpables más allá de las propias responsabilidades.
Parece que ése ha sido el caso que ha llevado al asesinato del general Yunis, jefe del frente de Brega, uno de los últimos enclaves petrolíferos importantes en poder de Gadafi. Tras una serie de ofensivas fracasadas, con decenas de muertos y centenares de heridos, comenzaron a circular los rumores más inverosímiles sobre la actitud «sospechosa» del general Yunis, quien, para más inri, había sido uno de los principales represores del régimen gadafista.
Según informaciones obtenidas por LA RAZÓN, uno de los rumores extendidos era que el general facilitaba coordenadas erróneas a los aviones de la OTAN para que fallaran los objetivos. Otro, más grave, le señalaba como espía de los gadafistas y otro, por fin, decía que estaba negociando un acuerdo con el dictador a través de los notables de su tribu, los obeidi, una de las más importantes del país.
Sin que se haya dado una explicación convincente, Yunis fue convocado por el comité político de investigación, al que se presentó sin resistencia alguna. Tras su interrogatorio, del que tampoco ha trascendido información, fue puesto en libertad. Fuentes oficiosas del CNT han explicado que «se le llamó a capítulo para que explicara algunas irregularidades en el manejo de sus tropas».
Yunis regresaba a su casa acompañado de dos de sus oficiales de confianza cuando fue interceptado por una patrulla miliciana perteneciente a una de las múltiples brigadas autónomas que conforman el Ejército rebelde. Lo único que se sabe es que los tres oficiales fueron asesinados a tiros y que se intentó hacer desaparecer el cadáver de Yunis quemándolo.
El Consejo Nacional de Transición ha detenido al jefe de la milicia, cuya adscripción política no estaría muy alejada del islamismo, pero ha reconocido que «sus hombres actuaron por su cuenta, sin que él supiera nada». Tras el hallazgo del cadáver, los miembros de su tribu expresaron el disgusto disparando sobre el hotel en el que se celebraba una rueda de prensa oficial sobre el delicado asunto. No hubo heridos.

El presidente del Consejo quiso evitarlo
Según informes recogidos por el diario «Le Figaro» de París, que cita una «fuente francesa próxima al Consejo Nacional de Transición», el propio presidente del Consejo, Mustafa Abdeljadil, llamó personalmente por teléfono al tribunal que interrogaba al general Yunis «para que dejaran pasar el asunto», ya que las acusaciones de traición no eran, a su juicio, más que fantasías sin fundamento. De hecho, consiguió que el general fuera puesto en libertad, pero no pudo impedir que una patrulla de «incontrolados», sin duda al tanto de lo que ocurría, acabara con su vida minutos después, Mustafa Abdeljadil fue ministro de Justicia y camarada de Yunis en el régimen de Gadafi. Está respaldado por los islamistas.