«La delicadeza»: Volver a empezar

Qué bien sufren las actrices francesas. Sin palabras: Delpy, Binoche, Huppert, Jacob... Y Audrey Tautou, cuyas mejores escenas en «La delicadeza» son, precisamente, cuando conoce una noticia terrible: su marido, al que adoraba, acaba de morir en un accidente. La cara de Tautou, tan delgadísima, tan frágil y menuda, expresa entonces todo el dolor de la pérdida sin abrir la boca casi, los ojos enormes, bellos pero ya vacíos. La vida parece haber acabado para Nathalie, pero no, la vida de vez en cuando te da sorpresas, aunque tenga la pinta de Markus, un sueco desgarbado y tierno sin éxito con las mujeres que se enamora perdidamente de ella. Hay un momento muy Wang Kar Wai en el filme y un guiño (la pantalla dividida en dos mientras los protagonistas hablan por teléfono) a la comedia romántica realizada en el Hollywood de los 50. Pero, por encima de todo, nos topamos con una película que, aunque a tramos resulte un poco sosita, intenta al menos dignificar el hoy maltratado género evitando el tono rosa (así como las escenas de cama) y el melodramático. Ya sólo por eso, brindemos en nombre de la pareja. Con champán, claro.