Irene Villa
«Con el Gobierno estamos intranquilos»
«Ojalá no tengamos que volver a salir a la calle, aunque no sé si servirá de algo». Teresa Jiménez Becerril, hermana de Alberto –asesinado junto a su esposa por ETA– tiene pocas esperanzas de que la manifestación de las víctimas del sábado provoque alguna reacción en el Gobierno. Se queda con el apoyo de la gente.
«Muchos se sacrificaron. Era puente, el Papa estaba en España... Sirvió para demostrar que hay apoyo social». «Y para que se vea que existe desconcierto y descontento en la calle», añade.
Unas opiniones que comparte con otras víctimas. «No esperamos nada ni de Rubalcaba ni de Zapatero. El Gobierno está jugando con nosotros y negociando. Que no me diga que no, porque está negociando. Y no lo vamos a permitir». Pilar Elías, viuda de Ramón Baglietto, se muestra muy crítica con un Ejecutivo al que reprocha que «no se da cuenta de lo que está haciendo». «Está sacando de la cárcel a estos sinvergüenzas y sólo reivindicamos que se cumplan las condenas. Y no se está haciendo», asegura mientras avisa: «Vamos a seguir hasta el final».
De la manifestación prefiere recordar el apoyo popular: «Fue maravilloso, aún no salgo de mi asombro, fue algo emocionante».
Más segura, que no más confiada, está María Jesús González, madre de Irene Villa. Lo tiene claro: «No sé si servirá porque ninguna manifestación ha servido de nada en cuanto a los políticos. Pero a las víctimas nos sirve de mucho».
Mientras recuerda con alegría «ese baño de cariño, de solidaridad, de respeto...» se le cambia la voz a la hora de reconocer que al Gobierno «no le va importar nada. Pero que sepan que no nos vamos a quedar callados». Habla de unidad, de futuro y de rebelión cívica. Y manda un mensaje tajante al Ejecutivo de Rodríguez Zapatero: «Que se enteren de que no somos tontos y de que no queremos que se negocie con los asesinos».
Ni negociación ni liberación de presos ni presencia etarra en los ayuntamientos. Esas eran las principales reivindicaciones de la marcha del sábado. «No tengo la seguridad de que los que mataron a mi hermano vayan a cumplir sus condenas», lamenta Jiménez Becerril con un rotundo «no hay derecho».
Quizás esa sensación de impotencia es la que les da más fuerzas para seguir avisando al Gobierno que «no nos gusta lo que vemos. Hay suficientes pruebas y para nosotros existe una negociación». Así que «si esto sigue, saldremos las veces que haga falta. Seguiremos hasta el final», concluyen.
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