Debate Estado Nación
Rajoy: «España tiene sed de urnas»
Promete a los españoles justicia social y que no los exprimirá como un limón. «España no es un caso perdido y no quiere resignarse»
SEVILLA- Con uniforme de presidente del Gobierno «in pectore», traje azul marino y sobria corbata de rayas, nada de informalidades domingueras como se ha puesto de moda entre los políticos en los actos de fin de semana. Con el triunfalismo y la euforia de quien cree que las urnas están con él. Y reinventándose una vez más a sí mismo, esta vez, por fin, como el líder capaz de integrar el mensaje del «viejo» y del «nuevo» PP.
«No me resigno», proclamó haciendo suyo el eslogan con el que la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre, movió los cimientos del partido en los momentos más delicados de su liderazgo. Así cerró ayer Mariano Rajoy la Convención Nacional en la que todo el PP ha bailado la música que él ha elegido para recorrer el camino final hasta La Moncloa. Y si no citó expresamente a José María Aznar, entre las líneas de su discurso sí afloraron las esencias del mensaje inaugural del ex presidente. Hasta el punto de que en un momento de su larga disertación se preguntó: «¿Fue un sueño que aquella España de desesperanza que heredamos en 1996 fuera capaz de alcanzar poco después el mayor grado de prosperidad que había conocido nunca? Parecía un sueño, pero no fue un sueño. Entonces pudimos, y ahora podremos. Lo bueno de las cosas buenas es que pueden repetirse».
Rajoy no habló como jefe de la oposición, sino que empujado por la euforia que ha desatado la Convención lo hizo como el candidato en campaña que, como le pidió Aznar en León, busca el mandato de la mayoría para aplicar su programa de «recuperación nacional». Ya lo ha hecho en otras ocasiones, pero el tono con el que ayer convocó a los españoles a esa tarea de «recuperación nacional», «sin bandos», fue distinto. Las mismas palabras, con otra convicción, sirvieron para frenar la espantada de militantes, antes de que se bajara del púlpito, que hubo en cónclaves anteriores y para ahuyentar también la decepción de otras ocasiones entre los fieles y entre los hasta antesdeayer menos fieles. A falta de testar a Aguirre, que ayer no asistió a la clausura por motivos personales, y quien con su abandono del Plenario cuando llegaba el momento de la candidata asturiana, la rival de Francisco Álvarez Cascos, ha dado pábulo a las especulaciones sobre matizados desmarques o enfados, que ella oficialmente niega.
El Rajoy candidato afirmó que «España tiene sed de urnas» y no citó ni una sola vez a José Luis Rodríguez Zapatero, aunque algo de estopa sí que le dio. «Aquí ha faltado verdad, coraje, responsabilidad, horizontes, altura de miras y sentido de Estado. Ha sobrado ocultación, improvisación y cálculos ventajistas».
El Rajoy candidato no jugó la baza de presentar nuevas propuestas –que sería «quemarlas» antes de tiempo, dicen en su entorno–, sino que se abrazó a los grandes principios que inspirarán su acción de gobierno: un plan global de reformas, austeridad, reducción del déficit, rebaja de la deuda, ayudas a las familias para que tengan la misma protección que reciben en otros países de nuestro entorno o una educación en calidad en la que «no se desprecie el mérito ni se condene el esfuerzo ni se olviden principios elementales como el respeto al profesor y a las reglas que rigen la convivencia».
Entre sus principios de acción política también incluyó el de la Justicia social, el compromiso con los más débiles, a los que dio su palabra de que los «sacrificios», que seguirán haciendo falta, aunque no los detalló, no se vengarán en ellos. «La Justicia social no es algo que se defienda con bonitas palabras, ni con aspavientos, ni sembrando parados. Se defiende haciendo números, llevando bien las cuentas, respetando el dinero de las personas y asegurando que no falte trabajo». Y ligado a eso, otra promesa para conciliarse con la calle: que no «estrujará» a los españoles como un limón, ni les cambiará las reglas de juego cada trimestre ni los hará lidiar con 17 mercados distintos ni con unas relaciones laborales «de hace décadas».
El candidato Rajoy proclamó que «España no es un caso perdido» y que no quiere resignarse; volvió a abrir los brazos a votantes desencantados de la izquierda, porque cuando se trata de España «no hay bandos»; y sostuvo que, aunque el PP no hace milagros, «trabajará con rigor, con respeto y con humildad». Y que dirá la verdad.
«Orgullosos de ser un partido nacional»
El presidente del PP andaluz, Javier Arenas, pronunció ayer un aplaudido discurso en el que alertó de que el cambio no llegará «de la noche a la mañana», sino que será en todo caso el resultado de un proyecto y de «miles de horas de trabajo», y sólo llegará si esa mayoría «contra los que nos han llevado al filo del abismo» llega a estar «a favor» de las políticas propuestas por el PP. Ese proyecto, dijo Arenas, permite hoy al PP presentarse ante los ciudadanos como un partido «orgulloso de ser nacional» y no como un mero «mosaico de partiditos de taifas».
Un decálogo para llegar a Moncloa
1 - Economía
Plan global de reformas económicas con el empleo como prioridad.
2 - Ahorro
Tiene previsto imponer la austeridad por ley en todas las administraciones.
3 - Política social
Justicia social: los sacrificios no irán contra los intereses de los más débiles.
4 - Familia
Equiparar la protección a la familia a la de otros países de la Unión Europea.
5 - Educación
El PP pretende una reforma de la educación que favorezca la promoción social.
6 - Constitución
Recuperación de la Constitución como garantía de derechos y libertades de todos los españoles.
7 - Autonomías
Autonomías austeras, fuertes y comprometidas con el interés nacional.
8 - Parlamento
En el programa del PP destaca la reforma del Parlamento con el objetivo de revitalizarlo.
9 - Justicia
El plan para la Justicia incluye una reforma del Tribunal Constitucional y del modelo judicial.
10 - Terrorismo
Derrota del terrorismo con la Ley, con la Constitución y con instituciones fuertes.
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