Actualidad
Leonardo herido de muerte
Su autorretrato, pintado a tiza roja, y en pésimo estado de conservación, devuelve a la actualidad el debate sobre la dificultad de mantenimiento de la obra del genio
Quinientos años de vida, algunos de los cuales en unas pésimas condiciones de conservación, han dejado enfermo al «Autorretrato» de Leonardo, con manchas y otros daños que amenazan la supervivencia de esta obra del genio del Renacimiento. Para acordar cuál es la mejor forma de restaurarla y conservarla, científicos italianos e internacionales expertos en dibujos sobre papel de esa época se reunirán en Roma a finales del próximo mes de junio. En otoño, una vez escuchadas las opiniones de los técnicos sobre cómo afrontar este desafío, comenzará la restauración. «El ‘‘Autorretrato'' está en peligro. Es un enfermo grave que precisa de cuidados importantes. Ha sufrido durante los últimos cien años. En este tiempo, la obra ha sido colgada en un muro sin ninguna protección, le ha dado el sol directamente y ha viajado demasiado. Todo esto ha provocado que surjan manchas en el papel y que el color del dibujo se distinga poco», cuenta Maria Cristina Misiti, directora del Instituto Central para la Restauración del Patrimonio de Archivos y Libros, un organismo dependiente del Ministerio de Bienes Culturales italiano, que promueve el convenio de junio.
Sin moverse
Según la experta, si la obra lleva una vida tranquila, se conservará. Si, por el contrario, se sigue exhibiendo sin el tiempo de descanso adecuado y sufre excesivos traslados, su supervivencia está amenazada. Esta preocupación por los viajes hará que, probablemente, la restauración no se lleve a cabo en Roma, donde ha sido analizado durante las últimas semanas, sino en Turín. Allí está su casa: es la obra de mayor valor de la colección de dibujos de Leonardo que se conservan en la Biblioteca Real de la capital piamontesa.
Aunque quiere escuchar primero lo que tienen que decir sus colegas italianos y extranjeros al respecto, Misiti ya tiene una idea clara de cómo debe realizarse la rehabilitación del «Autorretrato»: «Primero hay que limpiarlo. El dibujo está sucio, lleno de polvo y de manchas de humedad muy antiguas. Esta suciedad resulta molesta a la hora de contemplar la obra y supone una amenaza para la conservación. También nos planteamos hacer una restauración química que disminuya el nivel de acidez», relata. El objetivo es doble: conseguir que se atenúen las manchas, lo que realzaría el trazo del dibujo, y otorgar más espesor al papel, que presenta ahora zonas bastante debilitadas.
Un giro de 90 grados
A diferencia de otras creaciones de Leonardo cuya conservación se ve dificultada por el tipo de pintura utilizada, el mayor desafío que supone esta obra viene del papel. Éste no es de buena calidad pues, como otros dibujos del genio italiano, no estaba pensado para ser vendido, sino que se trataba de un boceto destinado a permanecer en su estudio. «Al examinar con el microscopio el papel hemos visto que ya debía estar algo amarillento cuando Leonardo lo utilizó», explica la experta.
Como en tantas obras del maestro renacentista, el dibujo también está rodeado de misterio. De hecho, ni siquiera está claro que muestre las facciones de su autor. La obra representa a un hombre anciano, de larga barba y medio calvo. Su aspecto sapiente hace pensar en uno de los grandes maestros de la cultura clásica. Esta idealización ha hecho que algunos historiadores del arte sostengan que la persona representada no se corresponde a cómo era de verdad Leonardo.
El «Autorretrato», además, tendría símbolos ocultos sólo visibles para el observador avezado. Según un estudio del pintor italiano Luciano Buso, la pieza, como otras creaciones del mismo autor como «La dama del armiño», estaría llena de figuras escondidas. En este caso se trataría de serpientes, uno de los símbolos más utilizados por Leonardo en esta forma de escritura secreta que, según Buso, servía para certificar la autenticidad. Girando el «Autorretrato» noventa grados en el sentido contrario a las agujas del reloj, el pintor asegura que se puede ver el rostro de una mujer que está soplando sobre la nariz de Da Vinci y a un hombre que intenta apartar con la mano izquierda a un grupo de serpientes.
Para Misiti, la restauración de esta obra supone el desafío más importante al que tiene que hacer frente el Instituto que dirige: «Siempre que tienes que tocar a uno de los maestros del Renacimiento hay miedo. Recordemos las polémicas que se han desatado en el Louvre por casos similares. Se teme que el trabajo de rehabilitación acabe empeorando la obra. En el pasado ha habido casos así y se han cometido errores, pero ahora podemos estar más tranquilos. Precisamente uno de los motivos de organizar el encuentro en junio es ése: que lo que hagamos sobre el ‘‘Autorretrato"sea fruto de una decisión compartida por toda la comunidad internacional. No queremos que después surja la controversia y haya alguien que diga que había que haber hecho otra cosa», dice Misiti. Para ella, esta obra, como ocurre siempre con las de Leonardo, provoca «una emoción especial. Es imposible estar insensible ante ella. Esos ojos parece que te miran de una forma muy particular».
Esta obra ha llevado una vida muy ajetreada durante sus 500 años de existencia. Los historiadores del arte le perdieron la pista durante varios siglos hasta que apareció a principios del XIX en Milán. Luego fue comprada por los Saboya, la familia real italiana, para su colección privada de dibujos. De ahí pasó al patrimonio estatal de Italia.
Extremada dificultad de conservación
La restauración de una obra de Leonardo es compleja. Siempre está sujeta a controversias y diferentes puntos de vista. Sobre «La última cena», que se conserva en Milán, se ha dicho de todo. La obra arrastra el inconveniente de una técnica nueva que aplicó el pintor y que produjo que a los pocos años comenzara a deteriorarse. De hecho, sobrevive un quinto de lo que ejecutó el artista. Y alguna de las restauraciones que se aplicaron no han ayudado a conservarla. La famosa «Gioconda» tampoco está en un estado idóneo. Su delicada situación impide que se acometa una labor de limpieza adecuada que permita recuperar los tonos, colores y detalles originales. Una capa de barniz, añadido con posterioridad, complica, además, esta operación. Por otro lado, la limpieza reciente que el Louvre ha acometido de «La Virgen, el Niños Jesús y Santa Ana» ha resultado polémica, porque podría haber dañado el «sfumato» del pintor.
El detalle
AUTORRETRATO CON ESTRÉS
Al «Autorretrato» de Da Vinci (como ya le pasó a la «Gioconda», en la imagen) le espera un periodo de reposo. Tras haber sido expuesto en Turín con motivo de los 150 años de la unidad de Italia, ahora debe ser custodiado cubierto y en la oscuridad durante dos años para que supere el estrés que suponen el tiempo de exposición y los viajes. «Éste es el protocolo habitual para obras de este valor. En los Uffizi de Florencia se hace lo mismo. Ahora le toca descansar», dice Maria Cristina Misiti, directora del Instituto Central para la Restauración del Patrimonio de Archivos y Libros.
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