Alimentación
La excepcionalidad de Babette por Miguel Ángel ALMODÓVAR
Cuando pienso en «foie» nunca sé si quedarme con las «Codornices en sarcófago con foie y frutas» de la película «El festín de Babette» o con la «Terrina de «foie» con tomate en dos texturas y reducción de balsámico» del restaurante madrileño del mismo nombre, pero para el común tampoco suele estar nada clara la distinción entre el hígado de ganso u oca hipertrofiado y el derivado elaborado a base de hígado y otras vísceras de distintos animales, con su plus de especias y aditivos. El primero, el «vérité», es más graso que el sucedáneo, con tres veces más colesterol, más del doble de hierro y una cantidad similar, muy alta, de vitamina A, de manera que excelente producto en cuanto a su valor nutricional, gastronómicamente un líder, pero al cabo riesgoso por sus muchas calorías, y la presencia sustancial de grasas saturadas, colesterol y sodio. En la excepcionalidad de su consumo que aparece en el cuento de Isak Dinesen y en el de la película de Gabriel Axel, debiera estar siempre el punto.
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