Castilla y León
OPINIÓN: Sólo queda el honor
Por los caminos de nuestra Comunidad y la memoria de los hombres, discurre la Historia de grandes sucesos. Pero, para encontrar el acontecimiento que marcó el comienzo del fin de la ocupación francesa, hemos de seguir el cauce que traza el río Tormes en la docta ciudad de Salamanca.
Se celebraba este pasado domingo, el segundo centenario de una batalla histórica, la de Arapiles. Donde los españoles, aliados con nuestros vecinos íberos y los ingleses, remarcamos nuestras ansias de libertad.
Durante la primera década del siglo XIX, España vivía acontecimientos convulsos. La monarquía absoluta de Carlos IV se desmoronaba por los aires revolucionarios llegados de Europa, y la imprudente codicia de su primer ministro, Godoy, nos llevó a ser ocupados por los ejércitos de Napoleón. Coronado como Rey de España el hermano del Emperador, dio comienzo en la península la Guerra de la Independencia.
Cuatro años hubieron de transcurrir, desde aquel aciago 1808, hasta que la ocupada Salamanca, fuera el escenario idóneo donde la alianza ibérica, ayudada de los británicos, pusiera el primer pilar al fin de la invasión.
Son estos hechos, escritos en la Historia en dorado, reflejo del color de la piedra que erige Salamanca, la muestra firme del sentimiento de autodeterminación de todos los españoles. El deseo de controlar nuestro propio destino, nos ha llevado a gestar grandes hazañas, como ésta, a lo largo de la Historia. Ahora hemos de preservar ese espíritu, capaz de mover montañas, para encontrar nuestro camino en la situación actual.
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