Barcelona

Mamá quiero ser «hacker»

Saga «Star Wars»: el joven protagonista, Luke Skywalker, se ve obligado a elegir entre la Fuerza, un don que nace de la bondad y que le otorga increíbles habilidades físicas y mentales, o el Lado Oscuro, su reverso tenebroso, un poder que se nutre del odio y el resentimiento.

Mamá, quiero ser «hacker». En la imagen, Manuel Fernández
Mamá, quiero ser «hacker». En la imagen, Manuel Fernándezlarazon

Si nos perdonan esta analogía un tanto friqui–porque estos chicos no lo son más que un mecánico, un ingeniero o un periodista que disfruta de su trabajo–, el «hacker» informático también puede elegir su camino. Por un lado, el robo de datos y el colapso en las webs. Por otro, la reparación de esos daños y, sobre todo, la prevención para evitarlos en el futuro. Porque un «hacker» es también aquel que vela por la integridad de las cuentas bancarias de los clientes, el que evita que los «piratas» informáticos asalten los portales de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, o el experto que asesora a un partido político sobre la seguridad de su web. Así es el trabajo diario de Dani y Manu, dos jóvenes informáticos de 24 años que realizan auditorías en Informática 64, empresa consultora de seguridad.

«Cambias cerraduras, compruebas el seguro de la puerta y vigilas las ventanas». Así resume Manu la mecánica de su trabajo. Rastrean fallos internos y vulnerabilidades en los programas, los explotan y obtienen información al respecto. Correos de clientes, claves, contraseñas… «Buscamos en esas webs información confidencial y bases de datos que el usuario convencional, en principio, no debería poder ver», añade Dani. ¿Y con qué se topan? Con que los usuarios «pasamos» de la seguridad. «El problema es la concienciación de la gente. La seguridad no es un tema que preocupe. Sólo cuando pasa algo. Tú les puedes decir que necesitan invertir en protección. Y ellos pueden responder: «¡Pero si no ha pasado nada!».

Y no hablamos de fantasías. «Hay ‘‘hackers'' que se dedican a encontrar fallos gravísimos y los venden a mafias, que a su vez los utilizan para realizar ‘‘phishing'' o ‘‘hackear''. Son fallos que pueden ser aplicables a otros sistemas. Pero cuando dices ‘‘mafia", la gente se imagina a Al Capone», critica Manu. Jóvenes, apasionados de la tecnología, con iniciativa y que vayan más allá de lo que se espera de ellos. Su hobby es su trabajo y viceversa. Lucen una «chispa» que no es exclusiva de los licenciados en informática. Y, por supuesto, se actualizan a diario. Leen constantemente acerca de las novedades tecnológicas –«como los periodistas leéis las noticias», dice Dani– y no obligatoriamente a través de una pantalla.

Desde los 7 años
Manu, que llegó a Madrid procedente de Huelva, lleva «enganchado» al ordenador desde los siete años. «No tenía ni idea de "hacking". Empecé a leer del tema con 12 años, después vino el Windows 95, las revistas digitales… Le eché muchas horas. Al principio es duro, porque no entiendes nada, pero al final te resulta fácil. Es el curro de tu vida», afirma. Adicción y curiosidad se mezclan. «Desde pequeñito lees, lees y sigues leyendo. Eres autodidacta», dice Dani, que se trasladó a Madrid desde Barcelona. Sus familias les apoyaron desde el principio. «Mi padre dice que mejor que me dedique a ésto en un trabajo que en casa», confiesa Manu. ¿Y qué hay de los tópicos asociados al «hacker»? Manu se los sabe todos: «24 horas pegado a la pantalla, no duermes, las luces siempre apagadas… No es cierto, aunque existen casos. Si dices que eres "hacker"informático ya te miran…». Porque «¿no hay también friqui del motor? Sin embargo nos lo llaman a nosotros».

Ellos ni se inmutan: «No nos consideramos friqui». No en vano, calculan que el tiempo que pasan diariamente delante de un ordenador no sobrepasa las 10 horas. Pero también corren riesgos. Tal y como está redactado el Código Penal, es difícil que sus actividades estén siempre al cien por cien dentro de la legalidad. Estos informáticos –«por hobby y curiosidad», comentan– se dedican por su cuenta a buscar fallos de seguridad en webs. Y, aunque «reporten» desinteresadamente sus descubrimientos a los afectados, podrían verse expuestos a una demanda. «Ése es un ejemplo de un "hacking"ético, pero que no es legal», afirma Dani.

Y es que la ética es un concepto recurrente en su gremio. Ejemplos recientes no faltan. Esta semana, el Senado de EE UU sufrió su segundo ataque «hacker» en menos de siete días. «Si me hablas de Wikileaks, veo bien que se publique esa información aunque sea privada, porque a su vez refleja actividades ilegales. Es una denuncia, es positivo y lo veo bien», asegura Manu. Y Dani lo respalda en este punto, pero también avisa de casos como el de Sony, en el que un grupo se dedicó a robar datos de las cuentas bancarias de los usuarios de Play Station. «Cuando es para lucrarse, lo condeno totalmente. Es antiético». ¿Y qué piensan de Anonymous, esa red de «hackers» que exige un internet libre tras una careta? Veían venir la pregunta. «Lo veo como un movimiento que pide libertad y neutralidad en la red», dice Dani. «Porque es un movimiento, no un grupo. Y hay quien puede aprovecharse. Uno puede decir: "Sí, he sido yo, yo he petado esta web, yo soy Anonymous», añade.

A un «click» del delito
Habrá chicos que en este momento estén a un «click» de torpedear una web. Chema Alonso, de 34 años, y consultor de seguridad de Informática 64, cree que «lo que te impulsa a hacerlo lo llevas en el ADN. Y si haces el capullo, es que lo llevabas dentro, aunque con el tiempo te profesionalizas». ¿Qué les dirían a un chaval que puede elegir entre la Fuerza y el Lado Oscuro? «Si no ha elegido un camino, es que lleva poco tiempo y no tiene conocimientos. Lo primero, que no lo haga, porque le van a pillar. Yo le recomendaría trabajar en esto, aprender y que, moralmente, haga después lo que le dicte su cabeza», dice Manu. Quién sabe. Puede que a pesar de ese «click» exista todavía redención para él: uno de cada cuatro «hackers» reclutados por el FBI para luchar contra la ciberdelincuencia son «piratas» arrepentidos.

Se buscan «ciberpatrulleros»
Internet es inabarcable, incluso para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Y es que hablamos de cerca de 63.000 millones de páginas repartidas en la inmensidad del ciberespacio. A cualquier hora, en cualquier web, puede estar produciéndose un delito. Por eso, la Guardia Civil ha puesto en marcha la campaña «Vigilantes de la red». ¿Su objetivo? que los internautas sean quienes identifiquen los contenidos delictivos en Internet para que, de forma rápida, sencilla y anónima, puedan ponerlo en conocimiento del Grupo de Delitos Telemáticos de la Unidad Central Operativa (UCO). El usuario sólo tiene que instalar en un ordenador los «plugins» disponibles en los diversos «markets» informáticos.

«Juntos podemos cambiar el mundo»
¿Cómo se prepara Polonia para la JMJ?
Con entusiasmo. Desde hace un tiempo en muchas parroquias de allí se realizan reuniones con los jóvenes para explicarles en que consisten estas jornadas.

¿Es la primera vez que acudes a una JMJ?
Sí, y estoy muy nerviosa. La de Sydney no tuve más remedio que verla por televisión. La tengo grabada y cada vez que la veo, no puedo evitar emocionarme y soltar alguna lágrima.

¿Qué te animó a participar en la de España?
Muchas cosas. Cuando el Papa dijo que la próxima JMJ sería en Madrid me sentí muy contenta por que ya tenía pensado ir a España para perfeccionar mi español.

¿Por qué es necesario que los jóvenes asistan a la JMJ?
Por que será una experiencia que nunca olvidarán. Tienen que venir porque la unión hace la fuerza y juntos seremos capaces de cambiar el mundo.

¿Crees que será un éxito?
Claro. Además el Espíritu Santo nos ayudará en todo y hará que los posibles problemas que surjan a todos los jóvenes a la hora de venir a España (visados, vuelos...) se solucionen con éxito y nos encontremos todos, formando una gran familia.