Oslo

Noruega se impone al terror

Supervivientes, familiares y autoridades recuerdan a los 77 fallecidos hace un año. El primer ministro destaca que Breivik fracasó en su intento de cambiar los valores

Noruega se impone al terror
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Noruega se volcó ayer en recordar a las 77 víctimas de los atentados de Oslo y Utoya. Un año después de que el ultraderechista Anders Behring Breivik, de 33 años, sembrara el terror en el pacífico país nórdico, la sociedad noruega no quiere renunciar a sus valores. La jornada de homenajes arrancó a las 9:30 de la mañana en el centro gubernamental (Hoyblokka), donde aquel 22 de julio Breivik colocó una furgoneta bomba que segó la vida de ocho personas. Tras limpiar 4.300 toneladas de escombros, la «zona cero» de Oslo fue reabierta al tráfico hace una semana. Sin embargo, sus edificios aún muestran las heridas del atentado, a la espera de que las autoridades decidan reconstruirlos o derribarlos para erigir otros nuevos.

Tras una ofrenda floral junto al rey Harold V, el primer ministro, Jens Stoltenberg, aseguró en un discurso que «es importante que retomemos nuestra vida normal porque queremos mostrar que podemos afrontar una bomba y un tiroteo que querían cambiar Noruega, pero el pueblo respondió abrazando nuestros valores. El autor [de los atentados] fracasó y la gente ganó». Durante los últimos doce meses, añadió el líder socialdemócrata, «la sociedad noruega se ha vuelto más abierta y fuerte. Creemos en la democracia, la verdad y la transparencia».

Stoltenberg reconoció que ha sido un año «duro» y que no ha pasado un día sin que la «tragedia» haya ocupado la discusión pública, también sobre los fallos en seguridad, un debate «necesario e importante para aprender y para evitar que ocurra de nuevo». Precisamente, el Gobierno acaba de presentar al Parlamento un proyecto de ley para endurecer la legislación antiterrorista que prevé perseguir penalmente a quienes planeen atentados o actúen en solitario.

Más tarde, Stoltenberg, junto a los reyes Harold y Sonia, la princesa Marta Luisa y otros miembros del Gobierno, participaron en un emotivo oficio religioso en la catedral de Oslo, a cuya entrada esperaban desde horas antes numerosas personas para ocupar un banco y depositar rosas. «Sabed que os echamos de menos. Hoy os rendimos homenaje. Mañana comienza un nuevo día. Debemos seguir adelante, no sin tristeza, no sin pena, pero juntos lo haremos», aseguró un emocionado Eskil Pedersen, presidente de las Juventudes Socialdemócratas (AUF).

Por su parte, el obispo de la capital, Ole Christian Kvarme, aseguró que «la luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad no ha vencido. Porque a través del dolor más profundo y del llanto, en mitad del silencio que cubrió el país, se pronunciaron, primero en susurros y luego en voz alta, palabras importantes sobre el amor y la dignidad». Con todo, los momentos más duros se vivieron en la cercana isla de Utoya, a donde Breivik se dirigió tras cometer su primer atentado disfrazado de policía y mató a tiros a 69 jóvenes que participaban en el campamento de verano de las AUF. Desde primera hora de la mañana, los familiares de las víctimas pudieron trasladarse al islote para recordar en privado a los suyos. «Todos los que hemos perdido a un ser querido sabemos que es muy importante dejar que pase el tiempo para recordar a la persona que nos falta. Lo que ha ocurrido aquí es muy grande, hay muchos afectados. Creo que significa mucho venir todos juntos y sentir amor y cariño entre todos los afectados», comentó la madre de uno de los supervivientes a la televisión pública NRK, que retransmitió en directo todos los actos. «La mayoría quieren caminar solos. Llevan flores, velas y fotos», declaró Kitty Eide, miembro del grupo de apoyo nacional a los familiares

En una ceremonia que comenzó con un minuto de silencio y dos canciones interpretadas por una superviviente que perdió a su novio en el tiroteo, el primer ministro reconoció que «incluso un año después, es difícil medir el sufrimiento y el temor que asolaron Utoya aquel 22 de julio». Dirigiéndose a las víctimas, Stoltenberg expresó que «debemos recordarnos unos a otros que el amor es eterno: la llama de la vida se ha apagado, y el dolor deberán llevarlo para siempre, pero los cálidos recuerdos nadie se los puede quitar». En el resto de Noruega se sucedieron también los homenajes de recuerdo y la liga de fútbol guardó un minuto de silencio. En todas las localidades donde lloran a una de las 77 víctimas se inauguraron estatuas conmemorativas sufragadas por un donante anónimo. Mientras, la sociedad en su conjunto aguarda a que el tribunal de Oslo dicte veredicto el 24 de agosto y se conozca si Breivik acabará sus días en un psiquiátrico o en la cárcel, como desea la mayoría de la opinión pública.


Utoya, centro del homenaje
La isla que hace un año vivió el horror de la masacre se convirtió ayer en el centro del homenaje a las víctimas. Un millar de supervivientes participaron en un acto privado en honor de los 77 fallecidos. Allí, sentados sobre la hierba, celebraron una emotiva ceremonia donde la música y las palabras se mezclaron con aplausos y lágrimas. El momento más conmovedor llegó con las palabras de Renate Tarnesm, quien justo un año antes, escondida en un baño, realizó una agónica llamada a la Polícia. Después, amigos y familiares recorrieron la isla.