Energía

Salgado y Rubalcaba impusieron la medida al resto de ministros

El pesimismo se ha instalado definitivamente en La Moncloa. Los socialistas se ven ya con un pie en la bancada de la oposición. Incluso el propio presidente del Gobierno, optimista antropológico, duda de una posible remontada de su partido en las generales.

El Ejecutivo no ha permanecido esta vez unido como una piña. En la imagen, Blanco, ayer, en Alcorcón
El Ejecutivo no ha permanecido esta vez unido como una piña. En la imagen, Blanco, ayer, en Alcorcónlarazon

Este estado de ánimo se ha visto agravado en las últimas horas por el rechazo generalizado de la opinión pública a la batería de medidas de ahorro energético aprobadas este viernes por el Gobierno y, especialmente, a la reducción de 120 a 110 kilómetros por hora de la velocidad máxima permitida en autovías y autopistas.

Pese a ello, fuentes gubernamentales aseguran que ya no hay marcha atrás y que, por tanto, a partir de hoy los conductores deberán moderar su velocidad en 10 kilómetros la hora. Es más, dan por sentado que José Luis Rodríguez Zapatero continuará con sus reformas, con independencia de sus posibles consecuencias.

En esta ocasión, el Gabinete Zapatero no ha permanecido unido como una piña. Es más, algunos de sus miembros cuestionaron en las últimas dos reuniones del Consejo de Ministros la conveniencia de presentar estas medidas como un plan de emergencia nacional para impedir de «inmediato» el traslado de la subida de precios del crudo a la economía española. Incluso algún ministro discrepó del impacto que pueda tener en el consumo real la rebaja de la velocidad máxima permitida.

Al final, la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, respaldada por su benefactor, el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, que ayer suspendió un acto en Elche por estar «indispuesto», logró imponer su criterio, con el apoyo indiscutible de Zapatero.

El presidente intenta evitar por todos los medios que se le acuse de pasividad, como ocurrió a comienzos de 2008 cuando negaba por activa y por pasiva la existencia de la crisis. De ahí que el viernes 25 de febrero pasado bendijera la impopular medida de reducción de la velocidad máxima, aunque no existe, en principio, riesgo real de falta de suministro de carburante. Amén de que su eficacia para ahorrar gasolina está aún por demostrarse. El Gobierno ha puesto en manos de los conductores el 61% del ahorro total que pretende conseguir con este plan.

Prevista en 2008

La reducción de la velocidad máxima estaba ya prevista en el plan de 2008-2011 de Miguel Sebastián, en un momento en el que el precio del barril de brent se situaba en 140 dólares. El ministro de Industria apostó a última hora por dejarla aparcada y por el desarrollo de un paquete de medidas a medio plazo, que han supuesto en la actualidad unos ahorros de la factura energética del 10% de las importaciones de crudo.

Por eso Sebastián pretendía, en esta ocasión, profundizar en estas medidas aplicadas para ir paulatinamente cambiando los hábitos de consumo de los españoles a través de la sustitución de aparatos de alto consumo energético por otros de bajo consumo. Es decir, el ministro defendió seguir trabajando por reducir la factura energética futura. Sin embargo, Salgado, sin evaluar las consecuencias, puso la carne en el asador para introducir en la batería de medidas alguna efectista, como la rebaja de la velocidad máxima, que ha destapado la caja de los truenos en la sociedad civil.