Libros
Amor y sexo
Hombres y mujeres no somos iguales. Lo somos sí, en capacidades, y deberíamos serlo en derechos escritos y reales, pero no lo somos en la percepción de la realidad ni en los sentimientos. Alguien decía que el cerebro femenino se encoge en el embarazo y yo, madre tres veces, confieso que lo que peor llevaba de la gestación era ver mi capacidad intelectual mermada por el infinito sueño. En condiciones normales, igual que las mujeres podemos escuchar música y mascar chicle a la vez, los hombres no pueden dedicarse a dos tareas a un tiempo. Y la testosterona tiene mucho que ver. Un amigo mío me contó: «Cuando supe que mi bebé iba a ser niño pensé en qué feliz sería si pudiera castrarlo». Y otro, ya octogenario, me comentó: «He comenzado a ser feliz tras ver un culo femenino y no desearlo de inmediato». Hay muchas más cosas. Lo sé. Pero las referentes a la sexualidad, nos determinan en paralelos distintos, sin que podamos hacer nada para cambiarlo. Por eso sigue vigente aquello de que las mujeres ofrecemos sexo cuando queremos recibir amor y los hombres amor, cuando lo que buscan es sexo…
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