Alicante
Cuando los genes dicen la verdad
Un Cayetano desconocido, profundo y dominador, demostró que no sólo es carne de papel couché, programas del cotilleo y la ovación que le prodigaron por hacerse presente. En la plaza se justificó luego con un quehacer de muy sólidos fundamentos. Tras lucirse ya toreando de capa, entendió perfectamente a su primero, noble y repertidor, dibujando naturales larguísimos, sin permitir un enganchón, llevando siempre muy toreado a su oponente, recreándose en las suertes y haciéndolo todo muy despacio y con gusto. No se cansaron ni toro ni torero, que alargó su labor hasta perder un más que probable trofeo al pasarse de faena. El susto vino con el sexto que pilló desprevenido a José Antonio Carretero, hiriéndole en el rostro, no dejando a Cayetano- que no volvió la cara- sino estar voluntarioso.Antes, su hermano mayor planteó un trasteo mecánico en el que intercaló muletazos sueltos, en los que estuvo más compuesto, con otras fases muy de cara a la galería. El toro que remendó el encierro se congestionó y, tras impedir a Rivera dar unos muletazos, se echó sin que pudiese entrar a matar. Sebastián Castella se decantó directamente por el arrimón, metiéndose enseguida entre los pitones de su primero, cambiando eficacia por emoción y paseando una oreja a pesar del bajonazo final. También con el quinto estuvo con muchas ganas, muy valiente y vibrante, bajando mucho la mano y dando más sitio a otro gran toro de incansable embestida y con el que Castella disfrutó toreando en otra actuación larguísima que medio estropeó al matar con otro bajonazo. En la quinta de la Feria de Hogueras se lidiaron reses de Jandilla y uno, el 4º de Vegahermosa, para los diestros «Paquirri» (ovación y división de opiniones); Sebastián Castella (oreja y oreja con petición de la segunda); y Cayetano (ovación tras aviso y ovación). Dos tercios de entrada.
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