África

Rabat

Revuelta durmiente a las puertas de España

Miles de marroquíes protestan en las principales ciudades para reclamar la dimisión del Gobierno n Disturbios aislados en Alhucemas y Larache

Miles de marroquíes en Rabat y Casablanca piden reformas democráticas
Miles de marroquíes en Rabat y Casablanca piden reformas democráticaslarazon

Mil, cuatro mil o diez mil. La cifra es lo que menos les importa a los convocantes de las manifestaciones celebradas ayer en las principales ciudades marroquíes. «Lo importante es que la gente ha perdido el miedo a exigir sus derechos al Gobierno y ha salido a la calle», dice a LA RAZÓN Selma Maarouf, una de las líderes del Movimiento 20 de febrero.

Ciertamente no ha sido como en Túnez, Egipto, Argelia, Libia o Bahrein. Las marchas, salvo incidentes aislados, discurrieron pacíficamente. Los enfrentamientos más graves se produjeron en Larache y Alhucemas, donde grupos de incontrolados se enfrentaron a la Policía y trataron de saquear algunas sucursales bancarias. También atacaron a pedradas dos comisarías y algunos comercios, además de incendiar varios vehículos oficiales, según Efe. Los agentes antidisturbios emplearon gases lacrimógenos contra los alborotadores.

En Casablanca, la segunda ciudad del país, miles de personas portaban rosas rojas y amarillas sin que se produjeran incidentes, a pesar de que también estaba convocada una contramanifestación, que no tuvo éxito. En Rabat, la marcha discurrió también en orden. A ello ayudó que la presencia policial fuera más que discreta. Agentes de paisano se movieron a lo largo de toda la marcha, en algunos casos grabando videos, pero no provocaron choques. Y la temida presencia de las unidades antidisturbios brilló por su ausencia. Tan sólo en el Parlamento una dotación de uniformados se mantenía con notable tranquilidad tras las verjas del edificio.

Probablemente, las autoridades marroquíes tomaron nota de experiencias pasadas, como la reciente refriega informativa con España a cuenta del Sáhara, y permitieron que las manifestaciones, aunque no estaban autorizadas, transcurrieran con normalidad.

En la capital apenas eran quinientas personas las que comenzaron a congregarse a primeras horas en la plaza de Bab el Hab bajo una lluvia que amenazaba con dejar en casa a muchos seguidores de los jóvenes del 20 de febrero, el movimiento que ha catalizado a través de internet los deseos de cambio. Sin embargo, a mediodía los organizadores mostraban su satisfacción porque ya se contaban por miles los que pedían un cambio, no una revolución, como repetían machaconamente todos los convocantes.

Jóvenes y ancianos, mujeres y niños, universitarios e islamistas (que evitaron cuidadosamente tener cualquier protagonismo) estaban ayer unidos por un grito común. «Queremos la reforma de la Constitución, la dimisión del Gobierno y la disolución del Parlamento», como lo resumía la cara más visible del Movimiento 20 de febrero, Oussama el Khlifi, a Fp.

Y otra nota común: nadie pedía una república o la marcha del rey. Los marroquíes se miran en España para reclamar una monarquía constitucional. «Son los políticos, no el rey, los culpables», gritaba a los cuatro vientos Zerual Abdulatif, un estudiante cuya mayor preocupación, como la de otros muchos, es el paro. «¿Cuando termine qué voy a hacer?», preguntaba al periodista. El trabajo también preocupaba a Adil Oiarbi, un parado que mostraba su desesperación. «Vivo en Bélgica, pero no quiero pasarme el resto de mi vida como emigrante. Quiero volver a Marruecos y poder ganarme la vida aquí».

Por eso todos reclaman el fin «del clientelismo, de la corrupción, del latrocinio al que estamos sometidos», como resumía Aziz, un militante de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, en un correcto español.

¿Escuchará el rey lo que le está pidiendo la calle? Husein, un jubilado que cobra una pensión de 1.000 dirhams (100 euros) al mes, espera que sí: «El rey nos escuchará, estoy seguro». ¿Y si no? La respuesta, en boca de Selma Maarouf: «Volveremos a salir a la calle». De hecho, el Movimiento 20 de Febrero ha convocado una sentada diaria a las 18.30 (de lunes a viernes) en Rabat, «porque el 20-F es sólo el comienzo», aseguran.


«Podemos entendernos con el Gobierno español»
ABDELLAH BAHA, Vicesecretario del islamista PJD
«La situación de Marruecos no la de Túnez, Egipto o a la de otros países. Si repasamos el grado de satisfacción de cada sociedad, la represión o cómo actúa el Gobierno, veremos que no son comparables». Abdellah Baha habla con LA RAZÓN en la sede del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), la formación islamista tolerada por el régimen que logró más votos en las pasadas elecciones generales y que actualmente cuenta con 46 diputados en el Parlamento marroquí. «En Marruecos se necesitan reformas», admite, «pero se pueden hacer con serenidad, en el marco institucional». Eso no significa poner en cuestión a la monarquía, como hacen desde el movimiento islamista alegal Justicia y Caridad, su «competencia». Baha afirma que «la Monarquía es una necesidad, garantiza la estabilidad». En cuanto a España, el vicesecretario general del PJD no ve ningún motivo para que incluso partidos islamistas como el suyo no puedan «llegar a entenderse con gobiernos como el español». «Si Marruecos se desestabiliza, toda la región lo hará».



ANÁLISIS
Marruecos: ¿la excepción del mundo árabe?

- ¿Será Marruecos la excepción a las revueltas que se extienden por el mundo árabe?

–A tenor de lo visto ayer en las manifestaciones convocadas por los jóvenes del 20 de febrero, se puede pensar que sí. Todo dependerá en última instancia de las medidas que adopte ahora el rey.

- ¿Qué cambios debería hacer Mohamed VI para satisfacer las demandas de la calle?
– Según algunos analistas, una remodelación completa del Gobierno y la disolución del Parlamento para convocar unas nuevas elecciones podrían bastar. Pero otros consideran que sólo eso no cambiaría el panorama político en lo sustancial e insisten en la necesidad de cambiar la Constitución.

- ¿Estará el rey dispuesto a llevar adelante ese cambio?
–Eso es lo que está por ver, aunque Mohamed VI está obligado a escuchar lo que sus ciudadanos le han pedido casi por favor. Y eso a pesar de que el cambio constitucional le restaría una buena parte de los poderes casi absolutos que ostenta.

- ¿Por qué los marroquíes no han protagonizado choques tan violentos como los de Libia o Egipto?
–La población no está en contra del rey, a pesar del sistema clientelista. Prefieren la estabilidad monárquica con un arraigo de siglos.