Nueva York

Glock vestida para matar por Francisco Pérez Abellán

La Glock es un invento austriaco preparado para matar
La Glock es un invento austriaco preparado para matarlarazon

Las interpretaciones de los hechos criminales cuando tocan la política, como es el caso de la congresista demócrata Grabielle Giffords en Tucson, EE UU, se falsean dados los intereses de cada cual que quieren cargarlos al adversario. El caso es que independientemente de a quién beneficie, el presunto autor, Jared Lee Loughner, es un producto narcisista propio de nuestro tiempo que adora el mito de las armas. Y el ultimísimo mito de las pistolas es la posesión de una Glock 19, arma pequeña, compacta, fiable, con un cargador de quince cápsulas de 9 milímetros, con un juego de cargadores que efectúa hasta treinta disparos. Jared hizo todos esos disparos.

La pistola Glock es un logro de la ingeniería austriaca, fabricada a base de polímeros y plástico, y es el oscuro deseo de todos cuantos aman las pistolas desde su aparición. La Glock 19 es la hermana menor de la Glock 17, más grande y apropiada para el ejercicio de tiro, que ya significó un adelanto bárbaro para los policías y los tiradores de todo el mundo. Su precio son unos seiscientos dólares americanos y se puede conseguir sin mayor problema.
Contrariamente a lo que se dice por allí, la Glock 19 no es invisible a los rayos X y puede ser advertida por un arco detector de metales, dado que el 85 por ciento de su peso es acero. Sin embargo, sí tiene grandes virtudes de precisión y fiabilidad. La versatilidad y utilidad de esta pequeña pistola, que según sus usuarios es ideal para los trabajos policiales de paisano porque se oculta fácilmente, permite incluso una versión ilegal que dispara en ráfaga con un visor añadido.

Las armas, en general, son lúdicas, atractivas y tienen capacidad de seducir. Algunas de ellas son especialmente provocativas para cerebros receptores, como el revólver que usó Mark Chapman, el asesino de Lennon, o la pistola del Hijo de Sam, David Berkowictz, el pistolero de Nueva York. Los amantes de las armas cortas las acarician, reconocen y recorren con los dedos. Se entretienen en pesarlas y medirlas y las disparan con pasión.

El asiático Cho Seung-hui, estudiante de la Universidad de Virgina Tech, EE UU, en donde, como en España, nadie puede llevar un arma, excepto un delincuente, al estar prohibida a la población civil, tomó el campus a las bravas con dos pistolas, una calibre 22 y una Glock 19, nueve milímetros, como la de Jared. Fue en la mañana del 16 de abril de 2007. Dio muerte a treinta y dos personas entre profesores y alumnos. En un entreacto de la matanza, Cho aprovechó para mandar vídeos y otra documentación escrita a la emisora NBC para que su acto no quedara oculto. Jared ocultó sus intenciones y su Glock 19, como en su día hiciera Chapman frente a los apartamentos Dakota donde se alojaba Lennon. Chapman llevaba un ejemplar sobado de «El guardián entre el centeno», de Salinger, y un revólver Charter arms special.38, impresionante. Para aquellos tiempos una pieza de respeto. A Lennon le descargó toda la munición: cinco tiros, cuatro por la espalda. Jared disparó a la congresista en la cabeza.

David Berkowitz sembró el terror entre 1976 y 1977 con un revólver del 44, un arma para matar personas. Las armas cortas lo son para disparar encima del individuo, son armas de defensa, con las que no se trata de hacer puntería, sino tirar a bulto. Jared Lee Loughner se había entrenado con su joya de fuego, la había disparado, limpiado y escondido en su cuerpo como un secreto mortal. Cuando se situó cerca de la congresista le disparó a quemarropa como un traidor. Mató a seis personas y dejó heridas a otras 14, entre ellas a Giffords, que por cierto también tiene una pistola Glock 19, a la que no ha podido resistirse, por su seguridad y eficacia, así como por su facilidad de ocultación y transporte. La red arde en anuncios de venta de este arma privilegiada por sus condiciones técnicas.

Armas de culto
Finalmente hay que decir que un asesino no es el resultado de un compromiso político, sino que a matar se aprende en solitario, enfrentándose a los demonios de cada cual. Jared estaba por superar las prohibiciones, alcanzar los diez minutos de gloria de Warhol y quitar de en medio a un personaje público del que quizá se sintiera atraído sin recibir por su parte señales de ser correspondido. Si Jared no hubiera tenido a mano una Glock 19, pistola de polímeros, diseño y sueño, habría buscado algo más sencillo, pero igual de eficaz, como un cóctel molotov.

Otras amas cortas de culto son las Luger del ejército alemán, la Tokarev del ejército ruso, y el revólver gigantesco de Harry El Sucio, el Magnum 357.