Laia Costa: «Todos llevamos un lobo dormido dentro»

–Será «Caperucita roja». ¿Qué tiene de Caperucita?
–Todas tenemos escondido algo de Caperucita: la inocencia y la ilusión.

–¿Cuál es, para usted, la moraleja del cuento?
–Todos podemos ser el lobo. Llevamos un lobo dormido dentro y hay que controlarlo.

–Dicen que se escribió para prevenir a las niñas de los encuentros con desconocidos...
–De los peligros en general, diría yo. El lobo puede ser un desconocido o un conocido.

–¿Usted se adentraría en el bosque para llevarle la merienda a su abuelita?
–Yo le obligaría a mi madre o a mis amigos a que me acompañaran. Nunca iría sola.

–Pero, ya puestos, ¿qué haría al encontrarse con el lobo?
–Dejarle la cesta de la merienda y echar a correr. Si se entretiene un poco oliendo la comida no me cogerá. Yo corro mucho.

–Se han hecho interpretaciones freudianas de este cuento, incluso películas pornográficas...
–Ya. Todos los cuentos tienen interpretaciones psicoanáliticas y versiones obscenas. Pero le diré que yo nunca vi nada que me perturbara en Disney.

–Tiene dos finales: salvada por el leñador o devorada...
–Yo prefiero ser salvada por mí misma con valor e inteligencia.

–¿Cómo es Caperucita en la versión moderna de esta serie?
–Tiene muchas ganas de vivir y cuanto más afán de conocer tiene, más lobos se le presentan. Una Caperucita urbana que se tira de cabeza a todo.

–En «Bandolera» es Inés, embarazada por su padrastro. Y en «Toledo» es violada. Qué racha.
–Sí, deben verme cara de chica buena muy sufrida. Son casualidades.

–¿Quién sería hoy Caperucita Roja?
–Ruiz-Gallardón, porque genera simpatías y tiene ese punto de inocencia de los soñadores.

–¿Qué cuento ya no vale para ligar con usted?
–El rito de ligar me aburría. Los ligones y sus cuentos me echaban para atrás. Me ligó uno que pasó de mí y yo caí como una boba.

–Pues utilizó el cuento más viejo del mundo...