Copa del Rey

Sevilla

Sí bwana

La Razón
La RazónLa Razón

Lo balsámico de la derrota del Atlético en el Santiago Bernabéu es que Florentino Pérez la disfruta, pero más que cualquier otra victoria del Madrid, porque, como Di Stéfano, considera al eterno el enemigo natural. Sólo en este catálogo de sentimientos, que no de hechos, el Atleti recupera apresto y, supuestamente, es fiel a la historia, cuando discutía de igual a igual con el Real en una época en que la incertidumbre pesaba sobre el resultado. Pero ésa no es la realidad. El Madrid y el Barça han dado tres pasos hacia delante, mientras que los demás han retrocedido uno o dos. Nunca la distancia entre ellos y el resto de clubes de Primera ha sido tan abismal. Salvo honrosas excepciones, los partidos contra Barça y Madrid son trámites de «sí, bwana», porque la derrota está justificada de antemano. Y no es un hecho aislado, sino una moda, que los visitantes del Camp Nou o del Bernabéu concurran con el equipo B, conscientes de que no es ahí donde han de dar la talla. No es extraño comprobar cómo el entrenador de turno entrega tres cuartas partes del partido: planteamientos dóciles, menos severos que la ruleta rusa. No se trata de escupir contra el viento ni de desafiar a las leyes de la gravedad, pero sería norma de obligado cumplimiento plantar batalla, a riesgo de que te llamen iluso. Valencia, Sevilla y Atlético surgen retadores y capitulan antes incluso de divisar el objetivo. Son frágiles. Sólo el Villarreal aguanta el tirón y en sus jugadores y entrenador está demostrar muy pronto, el sábado por no prolongar el suspense, si son alternativa, los terceros en discordia, y las soflamas de Garrido, algo más que un patético complejo de inferioridad.