Navarra

La zona cero del paro

En el pueblo jienense de Jódar, cerca de 5.000 de sus 12.117 habitantes están desempleados o inscritos en el PER

Un padre y su hijo comen un bocadillo en una de las calles del pueblo jienense, que ha sufrido con saña la crisis del «ladrillo»
Un padre y su hijo comen un bocadillo en una de las calles del pueblo jienense, que ha sufrido con saña la crisis del «ladrillo»larazon

En un restaurante de Jódar, apenas tres personas comen mirando el telediario del mediodía. Una pareja habla de negocios cuchicheando y otros escuchan cómo el presentador cuenta el reparto del dinero en las indemnizaciones de algunas cajas. Las cifras son muy altas. «Yo me pongo malo», dice José María, de 30 años, recién casado y en paro. Tiene estudios superiores, licenciado en Económicas, trabajó de administrativo y fue de los primeros en caer con la crisis. Ahora está contento porque ya tiene trabajo para la campaña en el campo. Mientras lo va contando, el ruido de la música de los coches le interrumpe de vez en cuando. No es fácil entenderse. Pasa un coche y en él se ve a un chico joven, con camiseta y gorra, la ventana abierta y los altavoces a tope, embotando a los que intentaban comunicarse.

Como en el resto de España, hubo una época en la que en Jódar, un pequeño pueblo de Jaén, se sintieron ricos. O al menos, algo más afortunados que en otros tiempos. Había muchas casas que construir, se necesitaba mano de obra y los trabajadores de Jódar, hombres y mujeres de campo, acostumbrados a la vida dura y a la emigración temporal en busca de trabajo, encontraron en las casas nuevas una mina. Los jóvenes, que tuvieron un motivo para dejar de estudiar, cobraban un dinero, se metían en hipotecas y se compraban coches o motos. Pero las casas se pararon de golpe y el dinero dejó de caer de las grúas. Los jóvenes aún hacen ruido con sus coches, pero ya no es como antes. El coche es lo que les queda, de lo poco que les queda. «Estamos viviendo la resaca de los buenos tiempos– dice el alcalde José Luis Hidalgo–. Ante la llamada de la construcción muchos jóvenes dejaron la formación y el colegio para ganar dinero en la construcción. Ahora esto se ha acabado». Sin avisar, el tiempo se ha parado en Jódar y los datos son aterradores. De una población de unos 12.117 habitantes, 5.000 están desempleados, entre el paro y el PER. «La situación de las familias es desesperada, muy complicada, Me preocupa mucho», continúa Hidalgo.

Familias en busca de ayuda
En Cáritas no les hace falta mirar los datos ni que se lo confirme el alcalde. Los hechos también son aterradores. Familias que antes vivían más o menos bien llegan a la puerta pidiendo ayuda para comer. En Cáritas son prudentes y callados. Saben que una de las peores cosas de la miseria es la vergüenza que genera. No dicen nombres, pero el trabajo se les acumula como nunca. Debe ser de lo poco que ha aumentado en este pueblo de Jaén, donde la población supera por bastante a los otros pueblos vecinos y donde más del 70% se dedica al campo.

Durante las «vacas gordas» esa cifra disminuyó, pero como se ha acabado la construcción, hay que volver a la tierra. Los jóvenes, que se iban a trabajar fuera, a Granada o a Málaga, donde había mucho trabajo, regresan a hacer lo que se ha hecho en su casa durante generaciones. Agacharse y arrancar los frutos de la tierra, como el padre, como el abuelo. Pero allí, al campo, también han vuelto los miles de trabajadores de otros lugares que no tienen otra cosa a la que dedicarse o están los inmigrantes, más necesitados y más dispuestos a trabajar más barato y más horas. «Por primera vez este año ha sucedido lo que nunca había pasado aquí–continúa el alcalde–. No ha habido vendimia para dar trabajo a todos».

El tiempo en este pueblo no se divide en estaciones, sino en campañas. En Jódar miran más al cielo que a la Bolsa. Como este otoño ha empezado a llover tan tarde, ya presienten que la campaña no va a ser nada buena. Se busca cualquier campaña, de la aceituna, del espárrago o de lo que sea, y en cualquier lugar de España. «Íbamos a Navarra a los espárragos y la uva a Socuéllamos y este año no hemos encontrado nada. El año pasado ya lo vimos malo, pero este ha sido definitivo», cuenta una vecina. Ahora está sola en casa con su hijo, mientras su marido se ha marchado a Francia para cortar árboles. Ella no sabe y tampoco tiene fuerzas para hacer ese trabajo. «Mucha gente ha ido para comer y venirse, sin nada más, sin ningún beneficio. Dejan al hijo con los padres o dejan la casa sola, con miedo a que te pase», continúa.

El problema es que no hay otra cosa que hacer: o trabajar los pocos más de 30 días en el campo y cobrar así el PER durante seis meses o... Nada: «Yo dejé los estudios y me dediqué a la confección, cuando la empresa cerró, me dedique al campo. Es lo que sé hacer y vives con la incertidumbre de que te lastimes y no puedas seguir o que llueva y se suspenda», dice una vecina. «¿Y has pensado hacer algún curso?» «¡Uf!, piensas tantas cosas», contesta. «En este pueblo lo que ha faltado es formación, formación y formación–añade el alcalde–. Pero la gente tiene obligaciones y no siempre es tan fácil sacar tiempo para formarse».

En el pueblo la vida sigue, porque siempre sigue. Por la mañana hay mucha gente cerca de la oficina del Inem, para sellar el paro y el PER, que se ha convertido en una necesidad para sobrevivir. Por la tarde, la ciudad se va animando y los bares se llenan de gente que juega al dominó, mientras otros miran. En una terraza, un señor se pone a cantar y otros le siguen, mientras varias personas se comunican a gritos, que es la forma más rápida de decirse algo. Según anochece, las terrazas se llenan de gente que mira el fútbol por la tele. El ocio es barato en Jódar: se sale a pasear y se toma una cerveza y un pincho por poco más de un euro. No hay cine, no hay mucho más que hacer. «Yo me he buscado un hobby para no aburrirme, me he aficionado a hacer fotos, he creado una asociación. Intento evitar la intranquilidad que tengo y que sin querer transmito a los demás», dice José María. Pero cuando dos conocidos se encuentran en el pueblo lo primero que se dicen es: «¿Has encontrado algo?», «dime si encuentras algo para mí».


Un pueblo de izquierdas
Juan Ruiz saluda a la gente en la calle. Tiene un 4x4 porque es un hombre de campo, pero para muchos, sólo es ostentación. Él se resigna a escuchar eso. Juan Ruiz es el único concejal del PP en un pueblo que vota a izquierdas. En las municipales ganó el PSOE, después de que los últimos años gobernase IU con el apoyo del concejal del PP. Ruiz dice que hicieron lo que pudieron contra el desempleo, entre otras cosas invernaderos, pero que todo depende de la Junta y del Gobierno central, en manos socialistas, y que era imposible llegar a un acuerdo con ellos. Juan Ruiz y el actual alcalde están enfrentados y cuando se habla con ellos se lanzan puyas políticas. Pero ambos muestran una grave preocupación por lo mismo: el desempleo que los asola.