París

Nadal vuelve a ser favorito

Busca igualar a Borg con su sexto título y así conservar el número uno. Federer llega crecido después del mejor partido de su vida en tierra

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En 2006, 2007, 2008 y 2011. El gran clásico del tenis del siglo XXI vivirá hoy su cuarto capítulo con el título de Roland Garros en juego. «Es imposible comparar la final con aquellos partidos», comenta Nadal. Las tres anteriores entre el suizo y el español se divisan como algo muy lejano. Lo que no ha cambiado es que Rafa, como sucedía antes, es el favorito. Con Djokovic apartado del camino por Federer, Nadal se ha quitado a la gran amenaza de encima. Se siente superior al ex número uno del mundo, aunque el suizo jugara en semifinales el mejor partido de su vida sobre tierra batida. Sabe cómo superar a Federer y hacerle la vida imposible sobre una pista roja. Por lo visto esta temporada no lo tiene nada claro con el serbio. Todos los números están con el español. Su balance de victorias/derrotas en los duelos particulares es 16/8. Si se traslada la comparativa a la arcilla roja, las diferencias se disparan, 11/2. Sólo el paso del tiempo puede haber ayudado a Federer a olvidar alguna de las derrotas más dolorosas de su carrera y a obviar el muro en que se convertía Nadal cada vez que estaba enfrente.

En juego hay mucho más que la Copa de los Mosqueteros. Hay motivos para vislumbrar un partido de leyenda. Rafa persigue su sexto título en Roland Garros. Igualaría la marca de Bjorn Borg con 25 años recién cumplidos. Pero hay más. Si consigue su décimo «Grand Slam» se garantizará el liderato de la ATP hasta Wimbledon. En caso de derrota, Djokovic amanecería mañana como número uno del mundo. Siete años después, al frente del circuito estará una raqueta distinta a la de Nadal o Federer. La puntuación de la ATP haría justicia con el que hasta ahora ha sido el mejor jugador del presente ejercicio.

El suizo se ha fortalecido tras su enorme partido de semifinales ante Djokovic. Nunca se le vio tan fino sobre tierra batida. Físicamente está a un nivel excelente a punto de alcanzar los 30 años y su tenis –saque, revés, voleas, derechas... todo– le sirvió para derrotar a un jugador que era invencible en 2011. Federer considera que ganar a Nadal le valdría como pasaporte definitivo para la historia. En 2009 ya ganó el torneo. «Pero» lo hizo ante Soderling, el verdugo de Nadal en los octavos de aquella edición. Un triunfo ante el mejor jugador de la historia sobre arcilla es uno de los pocos retos que tiene todavía pendientes. Federer regresa a una final de «Grand Slam» año y medio después de su último «grande». Fue en 2010 y en Australia. Desde entonces no había mostrado un nivel similar al que ofrecido en París. «Siempre es un honor jugar contra él y no es una sorpresa verle en otra final de ‘‘Grand Slam"», ha comentado Nadal. El número tres del mundo se ha sentido en París como nunca. Supo contrarrestar el enorme arsenal de Djokovic, pero enfrente tiene a un jugador que le humilló hace tres años. En 2008, Federer sólo fue capaz de sumar cuatro juegos en la final. El 6-1, 6-3 y 6-0 de aquel partido todavía le duele a Federer.

Nadal tiene muy claró qué debe hacer para volver a triunfar en París ante el suizo. «Hay que hacerle sentir que no puede golpear la pelota con comodidad, que no lleve la iniciativa de los puntos», analiza. «Roger tiene un servicio espectacular. Se te puede meter dentro, te puede subir a la red, te puede tirar golpes ganadores desde cualquier lado de la pista, se está moviendo muy bien...», asegura el mallorquín. El gran problema para el suizo es el rival que va a encontrarse enfrente. Queda por comprobar si habrá encontrado la receta para la que ha sido su peor pesadilla. La eliminación de Djokovic ha vuelto a convertir a Nadal en tan favorito como de costumbre.


Amenaza de lluvia
El agradable día con que se encontraron las finalistas del cuadro femenino se transformará hoy en un cielo gris sobre París. Las previsiones meteorológicas establecen que hay un 80 por ciento de posibilidades de lluvia para la final y mencionan la presencia de fenómenos tormentosos durante toda la jornada que ponen en peligro el desarrollo normal de la final entre Nadal y Federer. Si el tiempo no lo impide habrá clásico. Si no habrá que esperar a mañana.