ERE
«Mercasevicia»
Hay casos de corrupción especialmente ominosos. De toda la basura que enterró al felipismo, sin duda, el más sangrante fue el robo a los huérfanos de la Guardia Civil.
Todos los demás casos –las joyas que regalaba Corcuera, los retretes del suegro de Vera, el frigorífico para las pieles de Aída, aquella otra que hacía negocio con el BOE…– podían llamar la atención por su cuantía o su chusquedad.
Pero la «hazaña» de Roldán de quedarse con el dinero de los pobres hijos de los héroes caídos de España alcanzaba un grado de abyección difícilmente igualable. Hasta hoy.
Sí. Quedarse con la pasta de los desempleados de una tierra donde el paro ha hecho metástasis en todo el tejido social es una canallada «admirable». El nombre de la ciudad del Guadalquivir no debe ir unido a esta infamia.
Aquí no hay que hablar de Mercasevilla sino de «Mercasevicia», o sea de los que han hecho un mercadeo con la crueldad; de esa pandilla de sindicalistas, parlamentarios y militantes ejemplares del socialismo maniobrero español que se han metido en la cola de los desheredados para quitarles el bocadillo; de esos brokers carpetovetónicos elegidos a dedo para hacer el apaño y salvaguardar su opacidad durante una década; de esos votos del Parlamento Andaluz que han vetado cualquier comisión de investigación…
¿Dónde está la Fiscalía Anticorrupción?
¡Ah, sí, con los trajes de Camps!