Barcelona
«No hijo no»
No doy crédito. Como los bancos, pero peor. Mientras nos anuncian histórica bajada de sueldos, congelación de las pensiones, tijeretazo farmacéutico, eliminación de ayudas sociales como el cheque bebé e incluso la reducción de los controles de alcoholemia para inexplicable alegría del director de la DGT, Pere Navarro, va el Servicio Andaluz de Salud y desvía más de 6.000 euros –equivalentes casi a tres cheques bebé– para un programa de fertilización in vitro de dos etarras presos, Fernando G. Jodrá y Nerea Bengoa, del comando Barcelona, los angelitos que mataron a Ernest Lluch, a dos concejales del PP y a un guardia urbano. No es que estemos en un país de locos, es que deberían encerrarnos a todos los cuerdos para ahorrarnos espectáculos infames por parte de algunos descerebrados. Pero lo peor ni siquiera es la excusa de la crisis económica, sino la crisis moral que encierra esta macabra decisión. Es decir, que tenemos que pagar a los asesinos de nuestros hijos para que ellos tengan un hijo que seguramente, y como bien ha demostrado la historia –que le pregunten a Pilar Elías, cuyo marido salvó la vida al chico que cuando creció decidió matarle en nombre de ETA– se encargará de hacer desaparecer a los hijos de nuestros hijos. ¿Cómo quieren que les tomemos en serio cuando nos piden un esfuerzo para superar esta situación? Como diría el genial y ya tristemente añorado Antonio Ozores: «¡No hijo, no!». Así no. Por lógica, por moral, por respeto a las víctimas pasadas y futuras, que vendrán, por humanidad, y mire, también, aunque sea en último lugar, por dinero.
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