Río de Janeiro
El río que nos une a todos por Jesús Fonseca
Sorprendente noticia: el Ebro pasa por Río de Janeiro. Es lo que dicen los mapas de Apple. Un fallo de localización atribuible, sin duda, al caudal de datos que maneja la compañía estadounidense. Tampoco pasa nada. Al final, tratándose de Iberoamérica, todos somos hispanos, como proclamaba la portuguesa Natalia Correia. Así que todo se queda en casa. Otro fallo de localización –éste más singular aún– es el que se aprecia en los libros de texto en los que los críos catalanes aprenden geografía: «¿Qué es el Ebro?», se pregunta. Y, he aquí la respuesta: «El Ebro es un río que nace y pasa por tierra extraña». Yo creía que había nacido en el Alto Aragón. Pero ahora vengo a saber, gracias al «seny» nacionalista, que nací en tierra extraña. No me enfado. Pienso que, con la que está cayendo, cuanto más juicio, mejor para todos. El Ebro, en tierra extraña. «Oh! Meu deus, meu deus, o que temos que ver e temos que ouvir –¡Oh! Dios mío, Dios mío, lo que tenemos que ver y tenemos que oír–», que dicen los brasileños ante tan chocantes cosas. Es como si algunos catalanes quisieran que todo lo que les rodea fuera forastero. No vamos a negar que la relación entre Cataluña y el resto de España atraviesa horas bajas. Pero nada es irreversible. Al menos la mitad de los españoles que viven en Cataluña no quieren ni oír hablar de independencia. Se emperran algunos en que esto acabe mal. Pero muchos, muchísimos –catalanes incluidos–, no estamos por la labor. En fin, «qui no arrisca no pisca». Que quien no arriesga no gana.
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