Comunidad de Madrid

Desde los 13 años y hasta las siete de la madrugada

Los expertos alertan del adelanto de la edad en la que comienza a salir

La Razón
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MADRID- «Mi hija no es». Esa fue la frase que miles de padres y madres ansiaban pronunciar durante la trágica mañana del 1 de noviembre. El 112 recibió cerca de un centenar de llamadas preguntando por el paradero de sus hijos. Los que no recibieron respuesta, acudieron directamente al Madrid Arena. Y en plena desesperación, otros tantos se personaron en el Anatómico Forense. Habían hecho lo indecible por contactar con sus hijos, pero no «descolgaban» sus móviles. En la mayoría de los casos, suspiraron de alivio. Ahora bien, la angustia de la tensa espera es un trago que nunca acabarán de digerir. Y todo porque los jóvenes –menores en muchos casos– no daban, literalmente hablando, señales de vida.
Es un argumento recurrente en las consultas psicológicas. Y lo más preocupante es que el problema surge cada vez a edades más tempranas. «Con 13 años ya empiezan a salir, y con 14 o 15, comienzan a llegar a las 6:00 horas», comenta a este diario Isabel Menéndez Benavente, psicóloga especializada en infancia y adolescencia. La experta considera lógico que todo adolescente quiera separarse de sus padres. «Pero el problema es que tengan esa independencia a partir de los 13 años», añade.

Y es que «hablamos de prepúberes, no de adolescentes». Para la experta, «los adolescentes, hasta que no tienen 21 años, no acaban de estar totalmente formados en lo que respecta al control de sus impulsos, así como en la asunción de responsabilidades». De hecho, afirma, «no hablamos en términos simplemente sociales; también biológicos: sus lóbulos frontales cerebrales, que juegan un papel primordial en la toma de responsabilidad, no están totalmente desarrollados». ¿Conclusión? «No ven las consecuencias de sus actos, no planifican... Es el "aquí y ahora"».

 «En la época de nuestros abuelos, los jóvenes de 15 o 16 años salían de casa para trabajar. Ahí estaba, por ejemplo, la figura del aprendiz. Pero hoy, la noche ha abarcado el espacio del ocio», apunta Javier Urra, doctor en Psicología y ex defensor del Menor de la Comunidad de Madrid. Y es que nuestros jóvenes son los primeros que, como el conjunto de la sociedad, se ha «apuntado» a los horarios «irracionales» que tenemos en España. «Se trata de salir a las 00:00 o 00:30 horas y no volver hasta las 7:00 o 7:30», añade.

En este panorama, cabe preguntarse, dice Urra, «si no hay un control muy estricto en las conductas de los hijos. Hay una liberalización y la supervisión de los padres parece que queda indefinida. Pero, ¿qué padre se atreve a decirle a su hijo "tienes que volver a las tres de la mañana"? ¿Quién le dice que no vaya una fiesta y que se convierta en el "raro"del grupo?», se pregunta el psicólogo. Urra cree que la «mayoría de los padres lo intentan: poner límites horarios, discutir, controlar... Precisan de estar muy atentos». Sin embargo, «otros están desbordados, otros son mentidos por sus hijos...», puntualiza. Y otros se resignan: «Piensan que la sociedad es así, que sus hijos hoy se comunican por internet...».

Si hablamos precisamente de nuevas tecnologías, muchos podrían pensar que los «smartphones» constituyen una herramienta para que los padres tengan «controlados» a sus hijos. Sin embargo, como se vio en la tragedia del pasado día 1, no siempre ocurre así. «La principal excusa suele ser: "Me quedé sin batería". Y la segunda, "no lo oí porque había mucho ruido"», explica Menéndez Benavente.

Para la psicóloga, «los prepúberes de hoy se comportan como adolescentes». Es decir, la adolescencia se ha adelantado. O como afirma el sociólogo Antonio López, catedrático de Trabajo Social de la UNED, «abarca más tiempo: cada vez empieza más rápido, pero también es una etapa que termina más tarde. En algunos casos, hasta los 32 años». Y, consecuentemente, «la infancia también se acorta». No en vano, dice el sociólogo, «esa ampliación demuestra la identificación de los adolescentes con su grupo de iguales, mientras que también acortan distancias con sus padres».

En todo caso, López cree que «no debe generalizarse sobre los adolescentes con «estereotipos que no son ciertos». Más bien, sería necesario, como dice Menéndez Benavente, preguntarse por aquellos casos «en los que los padres hablan de la "edad del pavo"cuando tienen hijos de 10 años». El motivo, dice, es el escaso tiempo que les dedican sus padres. «Muchas veces acuden a consulta por primera vez cuando sacan malas notas, cuando son niños que ya están abandonados. Hemos visto en varios estudios que los niños de 8, 9 o 10 años, cuando se les pregunta por sus prioridades, la primera que señalan es estar con sus padres. Pero si ven que hay una carencia del tiempo y de crianza, la ruptura en la adolescencia es bestial».

Urra recuerda que las fiestas de Navidad están a la vuelta de la esquina. «Habrá chicos que quieran ir a una macrofiesta, y cuando se lo digan a sus padres, surgirá el pánico. Los intentarán atar en corto. Eso sí: «Que lo logren, ya es más complicado».