Copa Confederaciones
La herencia de Luis
De Casillas hay que escuchar incluso sus silencios, que cada día son menos. Es mejor que hable porque cuando lo hace transmite, sin necesidad de sen- tar cátedra. En su primera comparecencia multitudinaria ante los medios recordó que Aragonés cambió el estilo y las costumbres de la selección. Con Luis se acabó aquello de que fulanito metiera un gol y lo celebrara con dos amiguetes del banquillo. Luis convirtió la selección en un equipo, en un grupo de amigos a quienes aisló de la polémica porque él las ab- sorbía, cuando no las provocaba porque Luis es así. Un sabio a quien no se le perdonó que ganara la Eurocopa. En otro país le habrían levantado un monumento; en el suyo los fariseos quieren prohibirle que hable. Casillas recuerda a menudo el éxito y la firma. Esta selección, en la que el también sabio Del Bosque ha introducido cinco cambios sustanciales, es su herencia. Seguro que le duele no entrenarla porque él descubrió su calidad. Tan seguro como que celebra los triunfos de «La Roja», apelativo que él normalizó.
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