Adif
Celebración austera tras veinte años esperando la alta velocidad
No es que ayer hiciera un frío poco habitual en Valencia, que también. Es que la celebración no reflejó, ni de lejos, el «día histórico» que supone la llegada de la alta velocidad a la capital del Turia. Ni banda de música ni pólvora. Seriedad, protocolo y nada de fiesta
La solemnidad protagonizó una inauguración por la que se comenzó a luchar hace 20 años.
La estación Joaquín Sorolla de Valencia acogió a 900 invitados, entre los que viajaron en los AVE que llegaron de Madrid y los que acudieron por otros medios a Valencia.
Antes de las once comenzaron a llegar los asistentes al acto. Los primeros, detrás de la organización, los periodistas. Había acreditados 90 medios de comunicación. Después, como un goteo incesante, el resto de invitados. Fundamentalmente, políticos- alcaldes, consejeros, concejales y diputados- y empresarios.
Desde varias pantallas se veían los andenes, puesto que a ellos únicamente pudieron acceder los medios gráficos y la comitiva encargada de recibir a los invitados más ilustres. A la cabeza, el delegado del Gobierno de la Comunitat Valenciana, Ricardo Peralta, que ayer protagonizó uno de sus últimos actos en este cargo, ya que será destituido en los próximos días.
Con frío y charlando aguardan el resto. Esperan y esperan, ya que la llegada estaba prevista para las doce y media, pero la gran mayoría llevaba allí desde las once y media. De repente, llega un tren. Un AVE acaba de «atracar». Expectación, comienzan a salir invitados, una fila de azafatas les hace un pasillo, pero ni el Rey, ni la Reina, ni Zapatero, ni Camps, ni Aguirre.
¿Dónde están? Tras unos minutos de confusión, alguien se explica. «Es un tren que ha salido por delante y en él van trabajadores de Adif y de Renfe». Todo aclarado. «¿Entonces han salido dos AVE?», pregunta una periodista, «No, han salido tres, uno va por detrás del de las autoridades, por si ocurriese algo». Nunca se sabe, toda precaución es poca, aunque se trate de unos trenes, los de alta velocidad, en los que jamás se ha registrado un accidente.
Entonces llega el verdadero «tren inaugural», pero tampoco hay música, ni traca. Una voz lo anuncia por megafonía, como si de la próxima salida de tren se tratara. Sus Majestades, Zapatero, los presidentes autonómicos, ministros, ex ministros, ex presidentes, empresarios...
El Rey acaricia el «pico» del «pato».
En los parlamentos, una tónica común. Todos los gobiernos han contribuido a ejecutar esta infraestructura, ha habido colaboración, lealtad institucional, y por este motivo, es un éxito para todos los españoles y un modelo que debe exportarse a otras comunidades autónomas.
Entre los invitados, otra artífice de la línea, la ex ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, que se comprometió, como vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones, a seguir financiando este tipo de proyectos.
De las impresiones del viaje tampoco se comentó mucho. «Ha sido un momento mágico», afirmó la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. «Sólo hemos tardado una hora y media». Y como buena anfitriona, poco después de que se comenzase a servir un aperitivo, se llevó a los «VIP», a comer una paella en El Saler.
Una estación digna, pero provisional
Como muchas otras ciudades, Valencia aspira a cerrar la brecha que abre las vías del tren. Algún día lo conseguirá. Las obras de la línea se ejecutaron de forma descompasada a la construcción de la estación, que requiere el soterramiento de las vías y por ello, se decidió levantar una estación provisional. Así se evitaba que la línea estuviera acabada y que no hubiese terminal a la que llegar. La Joaquín Sorolla, se ha convertido en la estación provisional, en la desmontable. No obstante, es una terminal digna, con luz natural- haciendo honor al pintor que le da nombre- y está bien comunicada. En los próximos meses se sabrá cómo se financia la estación definitiva, enmarcada en el proyecto Parque Central. Los plazos están aún por concretar.
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