Elecciones andaluzas
Después de la caída por Martín Prieto
En una de sus horas electorales bajas, don Manuel Fraga sentenciaba: «Todas las derrotas electorales son provisionales», y de las victorias podría decirse lo mismo. Es inútil insistir en el triunfo electoral de Javier Arenas en Andalucía, porque los hechos son tercos y la matemática parlamentaria autonómica da al Gobierno esa conjunción contra natura de PSOE e Izquierda Unida. Griñán gobernará con la bota malaya de IU bien sujeta a un pie. Veremos cosas que nos asombrarán, como la legalización del cultivo del cannabis y otras cosas aún más divertidas. Lo digo porque tuve que dejar de fumar porros porque me daban ataques de risa de tres horas. Los resultados andaluces los estamos interpretando erróneamente como si afectaran a la mayoría parlamentaria del Partido Popular, y Andalucía no será una barricada para impedir que el Gobierno desarrolle su programa. Los Presupuestos seguirán siendo restrictivos por más que en Sevilla y en Ferraz festejen un cambio de rumbo. Es cierto que la reducción del gasto territorial se enfrenta a comunidades como Cataluña, País Vasco y ahora Andalucía, pero el Estado, del que a veces nos olvidamos, tiene instrumentos poderosos para dominar los nacionalismos irredentos. Ni el independentismo sirve para gran cosa. Artur Mas y el hijo de Pujol proclaman la independencia con la boca pequeña pero no tienen carriles para llegar a ella. Habría que cambiar la Constitución para establecer referéndums secesionistas y luego ver si se ganan, lo que parece improbable. Cameron, a los escoceses: «¡Hagan el referéndum ya!». Y se han asustado. En «Después de la caída», Arthur Miller lloró tontamente la muerte de Marilyn Monroe. No sirvió para nada e hizo una obra pobre, muy inferior a «La muerte de un viajante». En un mes la caída andaluza se habrá olvidado, la corrupción continuará al alza y veremos cosas que asombrarán a los ciudadanos.
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