«La Coja»

Tambores de guerra. Y no lejanos. La próxima semana, una vez terminada la Liga, se concentra la Selección para hacer las Américas. Se masca la tragedia. Nadie pone paz entre las partes, nadie osa interferir en el fatal desarrollo de los acontecimientos. Sandro Rosell pide a los socios, aficionados y jugadores del Barça que no se piquen. Su consejo es que no lean ni vean todo aquello que se pueda considerar tóxico y provenga de Madrid; o sea, el pensamiento único. Guardiola ha tardado dos minutos en reprenderle: «Que cada uno lea y vea lo que quiera. No nos va a afectar». Florentino Pérez tampoco ha parado los pies a José Mourinho y el ejemplo del entrenador ha calado en la plantilla, quizá cautiva del técnico. Ángel María Villar se mantiene al margen de la reyerta, no es de los que se mojan quizá pensando que la mano izquierda, de Vicente del Bosque lo arreglará todo. Los jugadores no han cooperado, ni Casillas, capitán que no destierra las sospechas de su entrenador, ni Xavi, menos crítico, pero aferrado a los suyos como el percebe a la roca. Ni Puyol, otro peso pesado del vestuario nacional. Las simulaciones de Busquets o de Alves y las intemperancias de Arbeloa y Sergio Ramos tampoco han ayudado. Al contrario. El ambiente está viciado, crispado, y los catastrofistas anuncian la disolución de «La Roja» o su conversión en «La Coja», porque hay heridas tan profundas que no cicatrizarán, antes de escuchar a Del Bosque, quien, si tiene que meter el bisturí, lo meterá. Una frase muy suya sería ésta: «No se puede estar todo el día tocando las pelotas». O esta otra: «Ésta no es una Selección a la carta. Son deportistas de España», mal que les pese a Madrid y Barça.