Málaga

Rajoy convierte el diálogo en el eje de su programa

Toda la expectación de la Convención Nacional que el Partido Popular ha celebrado durante tres días en Málaga miraba hacia el discurso con el que Mariano Rajoy le iba a echar el cierre. El líder popular se había reservado durante las jornadas anteriores, alimentando así aún más el interés sobre cuál sería su mensaje en el foro que su partido convocó con el propósito de presentar su programa electoral

De izquierda a derecha, Ana Botella, José María Aznar, Mariano Rajoy, Elvira Fernández, María Dolores de Cospedal, Javier Arenas, Alberto Ruiz-Gallardón y Ana Mato
De izquierda a derecha, Ana Botella, José María Aznar, Mariano Rajoy, Elvira Fernández, María Dolores de Cospedal, Javier Arenas, Alberto Ruiz-Gallardón y Ana Matolarazon

MÁLAGA- Éstos han sido tres días en los que por los poros de la militancia transpiraba la euforia del que se siente ya de vuelta al Olimpo después de ocho años en la oposición, mientras que para los cargos públicos ha sido también el cónclave del dejarse ver y de las cábalas sobre el qué habrá de lo mío.

Rajoy se subió a este escenario fiel al «libro» que le aconseja ponerlo todo al servicio del objetivo de conseguir la mayoría absoluta que le permita tomar decisiones y aprobar su plan de reformas sin impedimentos ni dilaciones. Y de ese «libro», del que es coautor el sociólogo Arriola, nació la inspiración para un discurso marcadamente presidencialista y de grandes principios. Ajeno, por otra parte, a la campaña del Partido Socialista que le acusa de ocultar su alternativa. El relato de nuevas medidas programáticas queda para otro acto que el Partido Popular apurará en plazo para acercarlo lo más posible a la fecha de las elecciones.

«El presidente de todos»
La gran propuesta de la sesión final de la Convención es el compromiso de mano tendida, de diálogo con todos y de fortalecimiento de la concordia, al margen, según aclaró, de que el PP consiga o no la mayoría absoluta. Aun en este último supuesto, prometió que dialogará con todos los demás partidos, también los nacionalistas, y con los demás agentes sociales porque la tarea que hay por delante «es de todos los españoles».

«No quiero ser el presidente del Gobierno de los militantes del PP, quiero ser el presidente del Gobierno de todos los españoles», proclamó. Un guiño a los que no son votantes de su partido y con el que pretende poner sordina a la campaña del miedo de los socialistas. Ayer insistió en este argumento por varias veces y de variadas maneras, de modo que el vértice de su programa es el compromiso de unir a todos los españoles en un proyecto común y en el que no haya lugar para «los bandos y las trincheras». «No me siento enemigo de nadie y el Partido Popular no es enemigo de nadie», sentenció.

Rajoy cree que la difícil situación que tendrá que gestionar si gana –«la peor herencia que ningún Gobierno ha legado jamás al siguiente»– le exigirá priorizar la acción económica y cultivar un perfil moderado que atempere la dureza de las medidas y que, al tiempo, no ayude a los sindicatos, a la izquierda más radical y a lo que quede del movimiento del 15-M a sacar a la gente a la calle. Esto puede hasta exigir la renuncia a las posturas maximalistas en algunos de los temas más controvertidos, como entrelíneas pudo leer ayer su partido en sus palabras. «No estoy sordo a las ideas, ni me aferro tanto a las mías que no sepa reconocer las ajenas», explicó.

Cohesión y servicios públicos
Los socialistas están utilizando su campaña para sembrar la idea de que Rajoy tiene un programa oculto, a lo que él contestó reformulando su compromiso con la verdad, «aunque a veces la verdad sea difícil de contar», y con la verbalización del decálogo de principios rectores de su estilo de gobierno. «Los esfuerzos que tengamos que hacer los haremos entre todos. Y el reparto de las cargas será justo y equitativo», proclamó, al tiempo que reafirmaba su compromiso con la «cohesión social, el Estado del Bienestar y los servicios públicos». Ayer no habló de las decisiones, pero sí pidió confianza en su proyecto con el aval de que si Aznar pudo sacar a España de la crisis en el 96, y en su día también lo hizo Suárez, ahora volverán a hacerlo. Él prometió gobernar con valentía. «Tenemos que enfrentarnos a la situación sin miedos, con prudencia, pero con el atrevimiento que la situación exige». Hasta las elecciones, mandará la prudencia.

 


Los compromisos de un presidente...

-Decir la verdad aunque sea incómoda de contar. «El realismo es la primera condición de la credibilidad y la credibilidad es la clave de la confianza».
- No negar la realidad y no ocultar los problemas.
-Gobernar desde la responsabilidad.
- Gobernar con valentía «porque es lo que necesita España y quieren los españoles».
- Trabajar por la concordia de los españoles.
- Defender la cohesión social, el Estado del Bienestar y los servicios públicos a través de una «buena gestión» de la economía.

...y las exigencias de los «barones»
Los presidentes autonómicos del PP pedirán el lunes al Gobierno la convocatoria urgente del Consejo de Política Fiscal y Financiera para analizar sus problemas financieros y sus dificultades para elaborar los Presupuestos del próximo ejercicio por la «inseguridad jurídica» que les supone la decisión del Ejecutivo de dejar no prorrogar los PGE de este ejercicio. El presidente del PP andaluz, Javier Arenas, denunció que las comunidades no conocen los ingresos que les corresponden y, además, tienen que moverse con unos datos de crecimiento económico que no se cree nadie.

 


Aznar y Rato, en primera fila

En esta Convención el PP se ha exhibido como un partido unido, que ni exige ni pide nada a su candidato, y la imagen con mayúsculas de esa unidad salió de la sesión de clausura. En primera fila, desde un José María Aznar que frecuenta las sesiones inaugurales de este tipo de actos pero no los cierres, hasta el presidente de Bankia, Rodrigo Rato. Este último fue ovacionado por la grada como si fuera uno de los valores en alza del partido –aunque en los planes del candidato no entre incluirlo en su Gobierno–. A mes y medio de unas elecciones que le pueden llevar a La Moncloa, el candidato dejó ver tímidamente al hombre en la emoción con la que agradeció a sus militantes el apoyo que le brindaron tras la derrota de 2008.