«Tenemos medio millón de jóvenes en la red»
La fe también es 2.0. Al hombre, que siempre ha sido un animal de abstracciones, de lejanías, la naturaleza siempre le había resultado un corsé demasiado estrecho y ajustado para sus pretensiones. Necesitaba un espacio, una dimensión, para alimentar sus utopías, sueños, imaginaciones, que es de lo que vive, lo que le sustenta.
El mundo actual circula ahora por lo virtual porque es el hueco apropiado para un ser que comienza distanciarse de lo terrenal y acercarse al planisferio de las ideas, que también puede ser muy material y verificable. Desde hace dos años, Cristina del Campo trabaja en redes sociales. «Hemos creado 21 páginas en Facebook en 21 idiomas y 13 perfiles en Twitter en otras 13 lenguas». También habla de «youtube», de un autobús 2.0 y de cerca de medio millón de seguidores en la red, porque, como ya habíamos indicado, lo intangible también puede reducirse a cifras, a los escaques de lo numérico. «Queríamos estar presentes donde están los jóvenes hoy en día. Por eso nos hemos implicado con internet. Es un proyecto muy interesante que nos ha puesto en contacto con personas de todo el mundo». Ella va a ser uno de los cincuenta jóvenes que se han escogido para cruzar la Puerta de Alcalá con el Papa, que es uno de los momentos que retransmitirán las cadenas de televisión internacionales y, probablemente, por los que se recordará esta visita en el futuro. «La verdad es que es un privilegio caminar junto a él en este instante. Es un regalo que nos merecemos todos. Por eso llevaré a mis compañeros conmigo». Cristina del Campo pertenece a esa teología que conjuga la religión y las nuevas tecnologías. «Para mí resulta muy sencillo evangelizar a través de las redes sociales. De hecho, la gente te agradece que estemos ahí. Para este encuentro hemos hecho una catequesis preparatoria y después la hemos colgado.
A través de internet hemos informado de los actos a las personas interesadas en este encuentro». Una de las iniciativas que han impulsado esta semana es introducir una pregunta en algunas de sus páginas web, abrir un debate entre los internautas y, después, aportar la respuesta a preguntas como «¿Para qué sirve una confesión?». La inmediatez y la ubicuidad, que son dos de las características de la red, permiten que las misiones para propagar la fe arranquen delante de un ordenador y no con un viaje transoceánico, uno de esos trayectos en barco que jamás se libraba del embate de olas. «A través de este medio mucha gente se ha llegado a replantear sus ideas y su fe». El desafío es ampliar, llegar a más voces. «La llegada de Benedicto XVI va a suponer que Madrid se convierta en la capital del catolicismo por unos días.
Se va a demostrar que la iglesia está viva y es joven, y que los jóvenes queremos contagiar esa alegría». Por eso tiene un mensaje para los que no creen: «Las palabras del Pontífice puede alentar a muchos y aliviar sus penas».
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