Los Ángeles
DiCaprio: «Hoover me produjo claustrofobia»
Es la nueva biografía que East wood lleva a la pantalla, la vida del temible y poderoso director del FBI desde los veinte años hasta el final de sus días, y a quien interpreta un soberbio DiCaprio, que se ha quedado, sin embargo, fuera de los Oscar. Lo mismo que Clint.
Es Leonardo DiCaprio quien mira de frente a las cámaras; pero es Clint Eastwood quien desafía cara a cara a Hoover, el omnipresnte director del FBI y una de las personas más temidas por políticos y la sociedad de EE UU durante el siglo XX. Esta película ha unido por primera vez a estos dos grandes de Hollywood. Y aunque el filme se ha quedado fuera de los Oscar es uno de los estrenos cinematográficos más esperados del año. Un filme que optaba por varias categorías, incluida la de mejor actor, una estatuilla que todavía no posee DiCaprio. «Fue un personaje muy difícil para mí», comentó el actor durante la presentación de la cinta en Los Ángeles. Anticomunista acérrimo, Hoover fue el primer director del FBI. Ocupó ese cargo desde su fundación en 1935 hasta su fallecimiento en 1972.Sentó las bases de la investigación forense actual e impulsó la reforma de las leyes federales para que la agencia tuviera poder para combatir los delitos en todo EE UU.
Se mantuvo en su puesto durante los mandatos de ocho presidentes y tres guerras. La producción recoge seis décadas, desde principios de siglo XX hasta 1972 y refleja la trayectoria personal y profesional de Hoover desde que era un «joven terriblemente ambicioso», en palabras de DiCaprio, hasta convertirse en una figura anacrónica. En la trama, Hoover demuestra estar enfermizamente dominado por su madre (Judi Dench) y contar con dos únicos apoyos, su fiel secretaria Helen Gandy (Naomi Watts) y su compañero Clyde Tolson (Armie Hammer), de quien se sugiere que estaba enamorado. Si bien nunca trascendió que fuera homosexual, la cinta narra la historia entre Hoover y Tolson. Ambos trabajaron juntos, y, al final de su vida, Edgar dejó todo en herencia a Tolson (medio millón de dólares), con quien cenaba, asistía a clubes nocturnos y se iba de vacaciones. Hoover murió en 1972. Ambos están enterrados en tumbas aledañas.
–¿Cómo describe el filme?
–Dustin Lance Black en el guión trata de capturar al hombre, al verdadero Hoover de una forma que nunca se ha visto. La película no define su carrera, una de las más largas en la historia de la política de EE UU. Sobrevivió a ocho presidentes y estuvo en su oficina desde los veinte años hasta los setenta. Dustin eligió los hitos principales de la historia de América para contar su historia. Es la tragedia de un un hombre que no supo cambiar.
–Da vida a Hoover desde su juventud hasta su vejez. ¿Le resultó difícil la transformación?
–Trabajé con varios profesores que me ayudaron a conseguir la voz de cada época. Digamos que interpreté a cinco personajes dentro de uno. Un experto me ayudó con el físico, a tratar de caminar como él, con ese peso y cincuenta años más. También recibí lecciones para conseguir su forma de hablar. Gracias a YouTube pude visionar muchos vídeos de Hoover. Encontré horas y horas de audio en las que hablaba incluso del asesinato de Kennedy. Me marché a Washington para seguir sus pasos, visité su casa, su oficina, los restaurantes a los que acudía, la casa de Tolson...
-Incluso llegó a conocer a una persona, que aún vive y que le facilitó información...
-Efectivamente. Hablé con Deke DeLoach, la única persona viva que conoció a Edgar Hoover. Tiene 90 años y solía trabajar con él en el FBI. Su información significó un verdadero tesoro para mí.
-¿Se ha apoderado de usted el personaje?
–En cierto sentido sí porque el rodaje fue tremendamente claustrofóbico, como si tuviera que desacelerar el ritmo cardiaco, hacer más lentos los movimientos y cambiar quién eres a nivel físico. Dejé de ser yo mismo. No puedo decir que lo disfruté. Resultó algo realmente difícil. Todos los días quería arrancarme el maquillaje a pesar de la cantidad de horas que tardaban en colocármelo, y liberarme. Pero era importante mostrar esa transición desde su juventud hasta la madurez. El guionista me hizo entender quién era Hoover a nivel personal. Esa idea de servir a tu país y sacrificar cualquier relación personal y familiar por el servicio y el bien de Estados Unidos. Sin ello hubiera sido imposible dar vida a este personaje.
–Se sometía a seis horas diarias de maquillaje.
–Sí. Tuvimos que representar los años de juventud de Hoover durante el primer mes, ydespués a lo largo de un par de semanas hice la transición al Edgar mayor, lo que me benefició, ya que había explorado su faceta de joven. Más tarde vino ese proceso de maquillaje de cinco o seis horas. Pero, además, debía tener el peso del personaje, no sólo a nivel físico, sino de la experiencia que le iban proporcionando los años.
–Le interesan personajes atormentados, como Howard Hughes, que sufría un desorden obsesivo-compulsivo, o el agente Edward Daniels, de «Shutter Island». ¿ Esta cinta le ha permitido comprender el compromiso obsesivo?
–Hoover pensaba que lo que resultabaimportante para el FBI era importante para él, aunque eso significara no tener vida personal. Entender las motivaciones de su madre y esa especie de obsesión con la carrera política de su hijo; la mujer quería que él alcanzara la gloria y la fama en el mundo de la política y vivió con ella hasta los 40 años. Estamos ante una figura importante en la historia de EE UU. Se convirtió en un dinosaurio político que se aferró a sus creencias durante demasiado tiempo.
–¿Cree en la historia que mantiene con Tolson?
–Si hablas con agentes del FBI te dirán que ellos sólo fueron compañeros de trabajo. Pero la verdad es que no se separaron nunca. Ninguno mantuvo una relación con una mujer, ni se casaron ni tampoco tuvieron hijos. Hoover le dejo todo a Clyde Tolson. Eran compañeros inseparables que se respetaban. Eso deja poco espacio a la imaginación. Ese afecto se traduce de muchas maneras, sobre todo si piensas que pasaban juntos sus vacaciones en Florida. Hemos rodado un filme que no niega la conexión que existía entre ambos hombres. Estoy convencido de que algo había, pero no sé hasta qué punto consumaron su relación; nadie lo sabe.
Sus objetivos,
Capone y Luther King
A J. Edgar Hoover no le tembló el pulso a la hora de perseguir a aquellos que consideraba que quebrantaban la ley, grupo entre los que se encontraban, principalmente, los gánsteres, como Al Capone en la imagen inferior), cuyos negocios siguió de cerca gracias a tener infiltrados a agentes especiales en sus redes mafiosas, y los activistas por los derechos civiles, sobre todo a su líder, Martin Luther King (junto a estas líneas). La campaña de acoso comenzó en 1961 y cobró fuerza un año después. Se centró en las supuestas ideas comunistas del reverendo negro, extremo que éste negó insistentemente: «Hay tantos comunistas en las filas de activistas por los derechos civiles como esquimales en Florida», era una de sus frases más célebres. Hoover replicó: «Es el mentiroso más grande del planeta». Al no poder probar su filiación comunista, el FBI escudriñó su vida privada y sus supuestas infidelidades, que tampoco pudo probar.
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