España
Inquietante
Habló el oráculo de Delfos el 22-M, y la sentencia fue clara, pero el presidente J.L.R. Zapatero parece haber quedado conmocionado y aturdido por la unánime petición de cambio. Ha perdido como nunca y ha reaccionado como siempre. No se ha enterado de que lleva medio año prometiendo una reforma inaplazable del mercado laboral. Parece como si el problema del paro no fuera con él ni con su gobierno; como si se debiera a la maldición de los dioses, antisocialistas de por sí, y a la conjunción de los astros empeñados den dejar una crisis internacional en España. Que los jóvenes se manifiesten en las calles le resulta simpático, una bravata juvenil, pero no un grito de desesperación ante la falta de horizonte vital. Y una nación que no toma en serio a sus jóvenes carece de futuro y pronto habrá de pagar muy cara la injusticia generacional perpetrada. La situación es tan insostenible como la ley de economía sostenible: ¿acaso, con los recursos de que disponíamos entonces, hemos mantenido o mejorado el nivel de vida que ahora disfrutábamos? Pues, a otra parte con cuento. Una vez más, el presidente Zapatero nos regala los oídos con la idea de un «candidato de referencia», «el candidato natural» en vez de celebrar primarias. Teóricamente, en este país somos todos iguales ante la ley. Las metas se alcanzan por la valía o capacidad personal de cada uno. Pero sabíamos que algunos lograban todo esto por la «papacidad» (si uno es hijo de papá) o por la «socracidad» (si tiene suegro o suegra valedores). Desde ahora también se logra por «naturalidad» (por linaje), pero a dedazo. Después del batacazo electoral y del pepinazo alemán, ¿se atreverá nuestro presidente con el decretazo laboral? ¿Para cuándo irá a Delfos? Inquietante.
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