San Sebastián
La semana de Fernando de HARO: De alimoches y cigüeñas
- En Trieste. En la orilla del Golfo de Venecia, donde la memoria del imperio austro-húngaro sigue viva y el horizonte de Bizancio perdura, José Ángel González Sainz escribió «Ojos que no ven». La historia de Felipe Díaz Carrión, un hombre del pueblo que gracias a elementales y arraigadas certezas resiste frente a la degradación y confusión del mundo abertzale. Conviene releerla. El protagonista de la citada novela permanece «de pie imperturbable para recordar que unas cosas son justas y otras, injustas; que unas son atinadas y otras, un completo desatino se mirara por donde se mirara; que unas traen el bien, incluso en general, y otras, nada más que calamidades.
- Blanco. Tapas blancas, anillas blancas. Es el color del cuaderno que Zapatero utilizó durante el Debate del Estado de la Nación. El martes por la tarde, cuando preparaba la primera réplica a Rajoy, los ordenanzas del Congreso no cesaban de entregar sobres con documentación a Rubalcaba y a Salgado. Rubalcaba leía los papeles, leía su móvil, el móvil de la vicepresidenta, la pantalla de la vicepresidenta –Alfredo lo lee todo–. Y el presidente recibía algún dato pero, una y otra vez, volvía a su cuaderno blanco. Pocas líneas. Quizás un esquema que ayudara a su memoria para reivindicarse: la culpa de la crisis es del modelo heredado del PP. No le hacía falta mucha anotación para la defensa de su política hacia ETA que soltó el miércoles: «el proceso de paz ha sido una palanca para acelerar el final de la banda».
- Con camisa, no en camiseta. Con su máxima etiqueta, comparecía el lunes Otegi en el juicio por el caso Bateragune. La acusación: haber intentado reconstruir, bajo la tutela de ETA, una nueva Batasuna. Garzón consideró probado que le mandaba la banda. Los informes recibidos por la Fiscalía y a la Abogacía del Estado, en febrero, explicaban que era el germen de Sortu. Otegi se atribuye el mérito de haber conseguido una nueva estrategia «de corte pacífico», que ha dejado de lado la violencia política. Y con arrogancia añade: «Si eso es delito, yo soy culpable».
- Todas eran grandes candidaturas, pero San Sebastián tenía algo más: «la idea de usar la cultura para la paz y en contra de la violencia». Así explica el martes Manfred Gaulhofer, el presidente del jurado, que se conceda la capitalidad cultural a una ciudad gobernada por Bildu. El procedimiento y la composición del jurado, con seis de trece miembros nombrados por el Ministerio de Cultura, dejan un rastro claro. El jueves, el grupo socialista bloquea en el Congreso la propuesta para ser más vigilantes con la coalición proetarra.
-Todos hablan de paz. Pero Zuloaga cuenta en este periódico que el Gobierno está atenazado ante un comunicado de ETA que no llega. La banda sigue su reorganización. Se cumple la ruta de los mediadores internacionales, primero representación política y después, fin de la violencia. Pero la violencia persiste y persistirá, ahora y en un futuro, cuando menos como amenaza. Es el renglón no escrito del cuaderno blanco de Zapatero. Una de sus herencias.
- Recordaba Felipe Díaz Carrión «haberle oído muchas veces a su padre que, aunque no era difícil que una persona confundiera de buenas a primeras a un alimoche con una cigüeña, a un carroñero con el ave que era símbolo de la fertilidad, bastaba no quedarse sólo con el parecido en el color del plumaje».
Fernando de Haro
fdharo@populartv.net
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