San Sebastián
Uno de los etarras arrepentidos ideó ataques contra aeropuertos y el AVE
La Policía francesa encontró en su poder un documento con un plan detallado para desestabilizar España.
Pedro Picabea Ugalde, uno de los presos que se encuentran en la cárcel alavesa de Nanclares de Oca y que, según ha trascendido, son contrarios a la continuidad de las actividades terroristas, llegó a ser miembro de la «dirección» (comité ejecutivo) de la banda. Cuando fue detenido en Francia, en julio de 1994, llevaba en su poder un extenso documento en el que se planificaban las actividades de la organización criminal para los años siguientes. El objetivo primordial era la desestabilización de España.
La lectura hoy de ese documento, que fue elaborado por la citada «dirección» y que fue remitido a la Justicia francesa a la Audiencia Nacional a través de la Comisión Rogatoria 56/94-2, demuestra que ETA cumplió, en la medida de sus posibilidades, las propuestas contenidas en el mismo. Si no alcanzó más «eficacia» fue gracias a la acción de las Fuerzas de Seguridad, que lo impidieron.
Sin prisas
Curiosamente, el documento concluye con un consejo destinado a los «comandos» de la banda, que puede ser uno de los que los pistoleros están poniendo ahora en práctica: «no les metáis prisas para hacer ekintzas (atentados), las prisas y presiones han sido las culpables de errores, malas oxtias (sic), en más de un talde (célula). La pelea no va contra reloj. No pasa nada por estar dos, tres o cuatro, o más, meses sin hacer "nada"preparando una ekintza de relevancia».
Picabea, si es que su arrepentimiento es sincero y está dispuesto a pedir perdón, una a una, a las víctimas que causó, directamente o como miembro de la «dirección», es un terrorista al que la cárcel ha producido efectos positivos. Desde 2004 hasta hoy ha tenido tiempo de reflexionar y, por lo que parece, ha llegado a la conclusión de que los siniestros planes que se detallaban en el papel que se le incautó, nunca podrán alcanzarse. El mal causado desde entonces por ETA es terrible por lo que, en su caso, el arrepentimiento debe tener unas connotaciones de publicidad y sinceridad que puedan convencer a sus víctimas.
En el documento se hacía un diseño completo de la estrategia de futuro de ETA. Como objetivos fundamentales de los atentados se señalaba al poder económico, «el capital y la Oligarquía», para que actuase como grupo de presión contra el Gobierno en favor de la negociación; las autoridades más significativas de las instituciones estatales y los dirigentes políticos, acusándoles de ser los responsables del «alargamiento del conflicto» y de querer perpetuar el sistema constitucional actual (atentados muy selectivos); contra los medios de comunicación, los «terroristas de la pluma», por «intoxicar al pueblo, ocultar la realidad y estar al servicio del Gobierno»; y contra los que se sitúan claramente frente al movimiento independentista y colaboran con el Estado español, en referencia a la Ertzaintza y algunos dirigentes del PNV.
Si se analiza la lista de acciones criminales cometidas por ETA desde julio de 1994, las personas que han sido asesinadas, los edificios que han sido destruidos y, en general, el clima de amenaza y terror que los pistoleros han creado, se comprueba que el guión ha sido seguido fielmente. Por citar sólo algunos, que fueron perpetrados al poco tiempo, están los asesinatos del teniente alcalde de San Sebastián, Gregorio Ordóñez y el del sargento mayor de la Policía Autónoma vasca, Joseba Goicoechea Asla, sin olvidar el coche bomba con el que quisieron matar al entonces presidente del PP, José María Aznar.
Sin límites
En el texto elaborado por la «dirección» etarra, se establecía una clara diferenciación entre los atentados a cometer dentro del País Vasco y los que se llevaran a cabo en el resto de España. En el primer caso, de nuevo «el capital» aparece como objetivo prioritario. En cualquier caso, «las acciones serán muy selectivas, controladas y definidas», prudencia de la que, por supuesto, estaban excluidos los militares y los miembros de las Fuerzas de Seguridad. En el resto del «Estado, las acciones no tendrán límites», tanto contra intereses generales como particulares, secuestros, asesinatos, etcétera. El turismo, los empresarios, la aristocracia, grandes supermercados, tiendas de lujo, hoteles, clubes privados...todo entraba entre los objetivos marcados por ETA.
Capítulo aparte merecían las vías de comunicación, Renfe, el Metro, los aeropuertos «de forma que provoquen colapsos y grandes pérdidas económicas».
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