País Vasco
Ese tribunal más que Supremo por Francisco Rodríguez Adrados
Me refiero, claro está, al Tribunal que llaman Constitucional y que yo califico de más que Supremo porque anula sistemáticamente las decisiones de éste cuando defienden la unidad de España. Ya nos mete en las Cortes españolas a Bildu y a Sortu, nombres de dos sucedáneos o transparentes de ETA que entrarán en las próximas elecciones.
No sé cómo argumentará ese Tribunal, argumentos hay para todo, para admitir a partidos que no tienen exactamente ese «respeto a la Constitución y a la ley» de que habla el artículo 6 de la Constitución. Siguen pidiendo independencia, se carcajean de aquello de la «indisoluble unidad» del artículo 2. Y representan a una banda terrorista que ha hecho lo que está en sus manos por romper la tal unidad –y no ya con las palabras, Vds. saben cómo–, evítenme el tener que recordarlo.
Pero no es sólo que el tal tribunal, constitucional en las palabras, ampare y permita que consigan un poder político los enemigos declarados de la tal Constitución y de la tal España. Mi cerebro no afina tanto como para comprender esto. Es que el otro tribunal, más antiguo y de prestigio infinitamente más grande, ha decidido ya por dos veces en unos pocos meses aceptar la calidad de partidos políticos regulares, admisibles en unas elecciones generales de un país llamado España, a los inventos, que no partidos.
Se negó el Supremo por dos veces, ya digo, sus razones tendría: las que yo enuncio y muchísimas más. Y el Supremo es el Supremo, este otro es un invento reciente, ínfimo e innecesario que ha dado ya mil pruebas de flojedad –digamos– en el tema de la unidad del país. Recuerden su actuación, verdaderamente indigna, en el tema del Estatut catalán.
Se negó el Supremo, pues. Y entonces el Constitucional –el llamado Constitucional– actuó como un tribunal superior al cual se recurre como una última instancia a que se apela contra un tribunal inferior. Ese Tribunal inferior es nada menos que el Supremo, del cual el llamado Constitucional se cachondea. Más justo sería llamarlo Inconstitucional.
Entonces a la pregunta del título, ¿cabe en una democracia ...? La respuesta es que no. No cabe. Urge suprimir, es mi opinión, el llamado Tribunal Constitucional. Daña a la nación, introduce en el juego político a partidos que no son partidos, sino instrumentos para la disolución de la nación.
Pero vean otro aspectos del tema. Los miembros del Constitucional son nombrados a propuesta de los partidos políticos. Más del 50% de los miembros del tal Tribunal fueron propuestos por el PSOE, el partido socialista. Votan con él, es claro.
Pero los socialistas, creo que fue el suyo un terrible error, porque durante un tiempo derramaron su sangre como tantos otros bajo las pistolas y las bombas de ETA, metían en la cárcel a los asesinos, firmaron el pacto antiterrorista, los socialistas, sigo, a partir de un momento se mostraron benévolos con ETA, sellaron con ella (mientras lo negaban) un pacto llamado de paz.
Un pacto erróneo, no creemos en esa paz, siguen con sus armas y sus tramas. Ya sabemos, los gobernantes son hombres, a veces se dejan engañar: se sentaron a negociar con ellos tanto Aznar como González. Cuando vieron las cosas, se levantaron y se fueron, a González le oí decir que sólo les iban a dejar que salvaran los muebles.
Pero la última vez, con Zapatero y Rubalcaba, les dejaron en camino de ganar la partida, en ello están, lo intentan. Y el país está medio adormecido, se contenta con olvidar la economía y ver cómo ganamos los partidos de fútbol, parece. Y el PP no reacciona o eso parece.
Y ahora viene lo peor. Los socialistas, tras su pacto, perdieron abrumadoramente las elecciones, sin duda que el tal pacto fue una de las causas. Ya no pueden cumplirlo, sólo hacen gestos a favor, allí donde conservan un poco de poder, así en el País Vasco, allí un tal López echa el resto para el cumplimiento. Qué insensatez.
Pero ahora viene lo peor. A nivel nacional no pueden, es claro, los socialistas cumplir el denigrante pacto, la gran trampa que ETA tendió para evitar el desastre que estaba a punto de venírselos encima. No pueden, pero dejaron un heredero: el famoso Tribunal Constitucional. Sigue vivito y coleando. Los miembros nombrados por ellos allí están para votar a favor de ETA. O de sus hombres-trampa, si Vds. lo prefieren. Ya lo han hecho dos veces.
Y mientras tanto, la nación, aburrida, mira hacia otro lado, deja hacer. Piensa (si es que piensa) que con ganar en el fútbol y en el tenis es ya bastante.
¡Y sería tan fácil anular ese Tribunal más que supremo, innecesario de otra parte, del que pueden venir nuestros mayores males! Ahora es justo el momento. Decídanse.
Francisco Rodríguez Adrados
De la Real Academia Española
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