Comunidad de Madrid

España se ralentiza

La Razón
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Llevamos una semana a vueltas con las llamadas medidas de ahorro energéticas del Gobierno. Medidas improvisadas, dudosamente eficaces y que han dejado en evidencia las contrariedades internas del Ejecutivo. Medidas polémicas, discutibles y discutidas, y claramente mejorables. Medidas que han puesto a los españoles en pie de guerra contra un Gobierno que les toma por tontos y que es la escenificación más clara de una España ralentizada en todos los terrenos gracias a un Ejecutivo que –como el perro del hortelano– ni gobierna ni deja gobernar. Ni hace ni deja hacer. Una auténtica pena. Un evidente desastre. Un constante colapso para la vida ciudadana.

Desde este lunes los españoles tenemos que ir a 110 km por hora por decreto ley. A estas alturas han sido tantas y tan abultadas las contradicciones del Gobiernos sobre las benevolencias de este plan, sobre los ahorros que produce, sobre la modernidad de las iniciativas y sobre la necesidad de ellas que les puedo asegurar que aquí no hay quien se aclare. Es metafísicamente imposible saber la verdad sobre esta historia. Simplemente por una razón: nos han mentido tanto, nos han contado tantas milongas, nos han dicho lo mismo y lo contrario con tan poca diferencia de tiempo que nadie conoce dónde está la línea roja de la verdad. Aunque visto lo visto, esta película ya la conocemos: cuando este Gobierno juega al despiste es que no quiere afrontar la realidad. Y la realidad es que detrás de lo que ellos llaman de forma pomposa el plan de ahorro energético no hay más que un paquete de medidas improvisadas y diseñadas con intenciones electorales más que con objetivos de gestión. ¿Cómo se puede certificar lo dicho hasta aquí? Muy sencillo. Ha sido tal el cúmulo de despropósitos y de negaciones del Gobierno a la hora de comunicar este plan que no tiene ninguna credibilidad que intenten ahora convencer a alguien de que estaba todo pensado y estudiado desde hace meses por los más sesudos expertos. Si todo estaba previsto, también tenían que pensar en cómo comunicar toda una batería de medidas que han caído como una bomba entre los ciudadanos. Un detalle nada pequeño para una cuestión de esta envergadura.

En fin, tan ocupado estaba el Ejecutivo que el ministro de Fomento y la delegada del Gobierno en Madrid no se dieron cuenta de que el pasado viernes una copiosa tormenta de nieve dejaba colapsada durante horas y de madrugada la autopista de La Coruña a su salida de Madrid. Horas y horas tardaron las máquinas quitanieves en llegar a ese punto. Eso sí al ministro Blanco y a la delegada Valcarce les ha faltado tiempo para echar la culpa a la Comunidad de Madrid y al Partido Popular. ¡Qué raro!

Un Gobierno incapaz de hacer frente a una nevada imprevista en una de las autopistas con más densidad de tráfico de España tiene muy difícil elaborar un plan de ajuste real en la energía. Es intentar matar mosquitos a cañonazos.