Juegos Olímpicos

Estados Unidos

Mentiras podridas

La Razón
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Atenas, 2004. Kenteris y Thanou huyeron en una motocicleta al recibir el aviso de la visita de los «vampiros». El COI dio con ellos, los eliminó y los sancionó. No comenzó allí la crisis que requirió seis años más tarde la intervención de la UE en Grecia; faltó poco. Los griegos no daban crédito a la noticia, costaba creer que su equipo olímpico estuviera liderado por Bonnie & Clyde. Repuestos del sopapo, nunca supieron que mientras el Comité Olímpico Internacional perseguía a sus deportistas, y a la gran mayoría de inscritos de la inmensa mayoría de los países participantes, como si fueran cuatreros, en la puerta del edificio donde se hospedaba la delegación estadounidense ocurrió que se presentaron los encargados del control antidopaje del COI y unos «armarios roperos», que podían ser marines o de la CIA, les prohibieron el paso. «Miren ustedes que somos del CIO y se arriesgan a que todos sus deportistas sean expulsados de los Juegos», explicaron. «Pues si tiene que ser así, que sea; pero aquí ustedes no entran» fue la respuesta que obtuvieron de aquellos fornidos caballeros. Se fueron. Y Estados Unidos volvió a ser número uno en el medallero. En las cuatro ligas profesionales estadounidenses no hay controles por sorpresa, ni tan a menudo como en la ACB o la LFP, por ejemplo; no digamos en ciclismo. Y la AMA (Agencia Mundial Antidopaje) traga. En el deporte hay ricos y pobres. Resulta innecesario denunciar quiénes son los poderosos y los pelanas. De 2006 a 2010, Valverde, mencionado (?) en la «operación Puerto», superó 108 controles de orina y 58 de sangre, en competición y en casa. Contador aguarda sentencia y «The New York Times» le cubre de mierda. Ya está bien de tanto cinismo y de tantas mentiras podridas.