Buenos Aires

Perú entre dos extremos políticos

De nuevo los peruanos se asoman al abismo condenados a elegir entre los dos extremos: la izquierda más radical de Ollanta Humala y la dinastía japonesa que representa Keiko Fujimori.

Amor de madre. Ha construido toda su carrera a la sombra de su padre y ha hecho de su apellido su seña de identidad.
Amor de madre. Ha construido toda su carrera a la sombra de su padre y ha hecho de su apellido su seña de identidad.larazon

 Y es que, sin llegar a utilizar los apelativos del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien en varias ocasiones ha dicho que optar entre ambos sería como elegir entre el cáncer o el sida, los dos candidatos tienen en común un lenguaje populista y apellidos manchados de sangre y corrupción.

Muchos peruanos leían y releían ayer los resultados intentando despertar de una pesadilla sin retorno, pero el recuento, aunque lento, era definitivo. Con el 83% de los votos escrutados, el líder nacionalista Humala tiene confirmado el primer lugar con el 30,9%. Le sigue Keiko Fujimori, con el 23,1%.

Atrás quedaron los otros candidatos que representan a la derecha más moderada, como el ex ministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski, y el ex presidente Alejandro Toledo, el gran perdedor de estos comicios.

¿Un haraquiri peruano?
El descontento y la pobreza marcaron el voto suicida, más encaminado a castigar a la clase política tradicional que a mejorar las condiciones de vida de los peruanos. Quienes votaron por Humala, de 48 años, lo hicieron tras creer en la promesa del líder nacionalista de repartir los beneficios del crecimiento económico que goza Perú, pero que no ha llegado a todos por igual.
No es de extrañar que con su discurso de inclusión social, mucho más moderado que en la elección pasada, haya podido capitalizar el descontento de un sector importante de la población, cuyo 34% todavía vive en la pobreza.

Aunque ganador, casi el 70% del electorado no comulga con sus ideas. La atomización de la oposición a Humala y la fragilidad de los partidos de derecha jugaron a favor del ex teniente coronel. Mientras, Keiko Fujimori, de 35 años, hizo campaña con su apellido y el recuerdo de su padre, condenado a 25 años de prisión por violaciones de los derechos humanos.

Pero en los sectores bajos y rurales, donde se concentra el núcleo duro del fujimorismo, no piden autocrítica –ausentes en el discurso de la candidata de Fuerza 2011–, sino que añoran la época en que el Gobierno de su padre los dejaba vivir a costa del asistencialismo del Estado y en que el triunfo sobre el grupo armado Sendero Luminoso fue sinónimo de seguridad. Básicamente recuerdan las obras y los subsidios de la «era del Chino».

«Tengo un compromiso para que Perú siga creciendo, recibiendo inversiones, pero también de lucha contra la pobreza, la desigualdad y la violencia», manifestó Keiko, y recordó que el crecimiento debe llegar a todos los peruanos, también a los que viven en las infraviviendas de los llamados asentamientos humanos, un mensaje muy parecido al expresado por Humala.

Pero si alguien despierta temores entre los peruanos es Humala y sus «cambios». Se le ha tildado de «nuevo Chávez» y aunque desde su sector se descartan estatizaciones, sí que se habla de ajustar reglas de juego. El líder radical ha insistido en desmarcarse del estilo y del modelo del presidente de Venezuela, pero por ahora, todo está en la nebulosa. En referencia a quienes le acusan de antisistema, tras conocerse los resultados, Humala Tasso repitió que la propuesta nacionalista «es generar paz social en el país, aunque sin olvidar mi compromiso con la gente más humilde y de-samparada, que necesita justicia».

La gran pelea va a ser quién de los dos gana el voto de la clase media urbana, después de que ambos se repartieran las adhesiones en los sectores bajos del electorado. Será una batalla donde todo puede pasar. Si se toman en cuenta las encuestas previas, donde se planteaban escenarios de segunda vuelta, el choque Humala-Fujimori daba empate. Pura incógnita de aquí en adelante.