Collado Villalba

Procesión

La Razón
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Zapatero dio orden tajante de que se pusiera fin a la agarrada entre Tomás Gómez y José Blanco. Dicho, hecho y todo quedó en agua de borrajas, pero la procesión va por dentro. Puede ser la procesión del silencio, pero hay una pasión y un calvario sumergidos que en cualquier momento pueden volver a aflorar. Gómez se queja en «semiprivado» de que Blanco no le quiere, es decir, que parece no estar por la labor de designarle candidato a la Comunidad, y tampoco le gustó que el ministro anunciara el soterramiento del tren en los ayuntamientos socialistas del sur, porque eso es ponerle la miel en los labios a Esperanza Aguirre para que rentabilice esas inversiones de Fomento. Gómez no se fía de Blanco ni de Aguirre, y cuando la desconfianza circula en direcciones tan distintas, algo de desconcierto se produce. Treinta alcaldes de la Comunidad apoyan por escrito a su secretario general frente a la actitud que con él está manteniendo la cúpula de Ferraz, pero quedan otros seis alcaldes que no le han apoyado, entre ellos los de Fuenlabrada y Collado Villalba. En estos casos siempre sale «la voz autorizada» para ingenuos, como la de la ministra Beatriz Corredor, para decir que en el PSM no pasa nada, que está más cohesionado que nunca. Se puede intentar apagar el fuego diciendo que no pasa nada, pero decir que el PSM está más cohesionado que nunca, es un insulto a la inteligencia o una especie de tomadura de pelo infantil.