Nueva Orleans

Santiago Auserón: «Sigo siendo el niño que mira a los forasteros»

Presenta en Madrid «Río negro», quinto disco en solitario, surgido de raíz africana

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Son las once de la mañana. Santiago Auserón se presenta en una de las salas de ensayo del Teatro Español para presentar oficialmente en Madrid su nuevo disco, «Río negro», con un sombrero fez turco en lugar del borsalino de ala estrecha que acostumbra. Viene más mestizo que nunca. Interpreta algunas canciones sin acompañamiento, y si se tiene que aullar, se aúlla, aunque parezca temprano. Antes de actuar con la banda, charla con la prensa y se embala en explicaciones.

-¿Sigue prefiriendo tocar con grupo?
-Me gusta el riesgo y el realismo musical. Las canciones, cuanto menos cargadas, mejor, como las chicas guapas, que con menos aceites, más vibración. Poner a prueba las canciones me satisface, pero cuando la gente paga una entrada se merece el máximo de música y ahí la ayuda de los músicos profesionales, además de ser beneficiosa, es un lujo. Veréis que no hablo en vano.

-La fuerza de una canción se prueba sólo con guitarra y voz…
-Cada día me resulta más necesario avanzar en esa dirección. Es mi taller particular, mi artesanado. Pero necesito la convivencia con los músicos porque me lo paso mejor.

-El disco tiene un aire nostálgico.
-Creo que Juan Perro es lo opuesto a Radio Futura. Para empezar, porque siempre está mirando hacia atrás. Mientras que Radio Futura se autodenominaba emisora de lo que está por llegar, Juan Perro ha girado el hocico hacia las tradiciones. Hacia la música que aprendimos en la calle, la tradición de los negros americanos. Pero tomándolo como continente entero: todas, del norte a Brasil pasando por el Caribe, han cambiado las costumbres musicales del planeta en el siglo XX. Cuando era niño, los folclores se estaban convirtiendo en espectros que al final se esfuman cuando la gente se va a las ciudades. Donde yo nací se volatilizó y mi folclore real fue la herencia de los negros americanos. Lo que quiero es averiguar por qué a mi lengua, el verso en castellano, le conmueve y le atrae rítmicamente la música hecha por gente de otra etnia, otra lengua y otro continente. Ese misterio me sigue fascinando y estoy en trance de averiguación. Y eso se puede aplicar a la historia de España, que es un terreno lleno de estratos superpuestos desde tiempos ancestrales.

-Son estilos musicales de esclavos
-Ha habido presencia de la negritud con los musulmanes y muchos miles en la Sevilla del siglo XVI, por ejemplo. Eso tuvo que dejar un rastro en el compás y creo, si no me meto donde no me llaman, que la cuenta de doce tiempos del compás flamenco tiene mucho que ver con la generalizada en el continente africano. Estamos metidos en una ruta de las canciones desde hace siglos, pero tendemos a preferir el olvido, la homogeneidad de la raza, la pureza de sangre.

-En una canción habla de mirar la pobreza desde lejos.
-La pobreza y al forastero, pero más que una denuncia es una escena en la que me reconozco. En la canción yo era el que pasaba por el barrio viejo de Nápoles mientras me miraba un niño, pero me recuerdo a mí mismo la primera vez que vi un «hippy». Esos pelos y pantalones de campana.. quería irme detrás, como si fuera el flautista de Hamelín. Yo sigo siendo el crío que mira a los forasteros pasar.

-Nos ha pedido que vayamos a ver la Puerta del Sol ¿le interesa lo que ocurre allí? ¿ha ido?
-No he pasado pero espero hacerlo, porque cualquier movimiento transversal que rompa la rigidez de nuestro sistema democrático anquilosado es positivo. La participación se produce cada mucho tiempo y la representación es muy indirecta. El ciudadano está harto. La gente que pierde el empleo o la casa no entiende que el Gobierno se ponga del lado de los bancos, que el año pasado siguieron teniendo beneficios increíbles. No digo que se tenga que pasar a un estado de nerviosismo o violencia callejera, sino abrir cauces de expresión. Hay gente, sobre todo los jóvenes, a los que no se les escucha en ningún sitio.

-Usted se autoproduce. ¿Ha cambiado mucho el negocio musical desde sus inicios?
-La mentalidad es que a los músicos, con dejarnos existir, es suficiente. Hay otros artistas que reciben subvenciones tremendas, y no niego que las merezcan, ni me gustaría que el circuito musical sobreviva de subvenciones... Esto no va a ser como en la época de la Movida, en la que un niñato se hace millonario en cuatro días. La historia de la canción popular en adelante no va a ser así. No iremos por la vía de los iconos pop, volvemos al músico errante.


Malasaña
Auserón fue testigo en primera persona de los años dorados del barrio de Malasaña en Madrid. Ahora vive en otra parte, pero le dedica una canción a esas coordenadas que dice «en Malasaña, dos de mayo, poco importa el año». «Siempre hemos estado fascinados por los horizontes lejanos. Me voy a Cuba, Nueva Orleáns, buscando cosas que traer. Pero también tenemos que empezar a decir que en nuestros territorios cuecen habas y yo a Malasaña le debo agradecimiento», dice el músico de Zaragoza. «Primero, porque cada vez que Juan Perro ha tocado ahí, ha sido un fogonazo. Y he visto muchas etnias vacilando juntas delante del escenario», dice bromista sin quitarse las gafas de sol. «Siempre pienso: "Madrid, qué guapa estás". En períodos cuando parece que todo está mortecino, acabado, que no hay cultura en la calle. Vas a ciertos sitios y aquello está ardiendo. Hay una hoguera que no se extingue y yo doy las gracias», asegura.


- Dónde: Teatro Español.
- Cuándo: mañana, 20:30 h.
- Cuánto: de 4 A 21 euros. www.teatroespanol.es