Túnez

ANÁLISIS: La lenta caída del coronel Gadafi por Alberto CARNERO

La Razón
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- ¿Por qué hay países que siguen sin reconocer la caída de Gadafi?
–Nadie, ni el peor de los tiranos, gobierna un país durante cuarenta y dos años sin ningún tipo de apoyo. Gadafi supo crearse esos apoyos en el interior de Libia y en el exterior, en especial en el África subsahariana. En Occidente nos fijamos más en sus extravagancias y bravuconadas, en la riqueza de sus recursos petrolíferos y en su repugnante apoyo al terrorismo. Pero dentro de ese extenso país, Gadafi había tejido durante años una red tupida de alianzas y lealtades entre las distintas tribus que explica que se haya tardado casi seis meses en acabar con su régimen, pese al apoyo dado a los rebeldes por la mayor alianza militar del planeta. Cuando Gadafi dejó de ser un paria internacional, pocos prestaron atención a una política africana dotada de recursos y de una cierta coherencia que quiso hacer de Libia la cabeza del todo el continente. A ese proyecto, un empeño personal suyo, el coronel estrambótico dedicó tiempo, atención y mucho dinero. Ésa es la razón de que algunos países recuerden al líder desaparecido y desconfíen del Consejo Nacional de Transición (CNT), un organismo que amalgama a distintas fuerzas y personajes políticos, alguno colaborador del tirano hasta hace bien poco. Y, por supuesto, la forma en que ha desaparecido el autoproclamado padre de la Unidad Africana despierta en algunos dirigentes los viejos fantasmas del colonialismo y aviva la desconfianza hacia Occidente y sus nuevos y desconocidos aliados. Aunque nos parezca extraño, algunos dirigentes africanos añoran a Gadafi.


- ¿Cómo puede explicarse la actitud de Argelia?
La Primavera Árabe no ha debido de hacer feliz a los partidarios del mantenimiento del statu quo anterior. Argelia tiene muy reciente la terrible guerra civil con los islamistas desatada durante la década de los noventa. Gadafi era, desde la perspectiva argelina, una garantía de control de las actividades de los islamistas en un país fronterizo. Las revoluciones en Túnez y Egipto pusieron en guardia al régimen, que intentó evitar a toda costa algo parecido. La guerra de Libia debió de encender todas la alarmas en Argel. Además del fantasma de la intervención extranjera, aunque fuera de forma suave, el Gobierno de Argelia debe de recelar del misterioso Consejo Nacional de Transición y de su posible infiltración por elementos islamistas. Aunque las declaraciones del ministro Medelci indican un cierto cambio de posición (al que ayudará, sin duda, el reconocimiento por parte de Rusia del CNT), Argelia seguirá con atención y mucho interés la evolución de Libia. Conoce demasiado bien a los islamistas.


Alberto Carnero
Director del Área Internacional de FAES